Su mirada cambió de lugar, y la vida se presentaba diferente. Ya no miraba a las cosas de soslayo, sino que por el contrario, disfrutaba de todo.
Todo enemigo había perdido fuerza, nada daña al que nada le importa. Había cambiado en su mente la medida de las cosas. Su comprensión le daba la magnitud de su libertad, pues había ido desatando nudo a nudo en su pensamiento.
Quedó atrás su cuaderno de jeroglíficos, ahora todo se había simplificado. La vida y el amor trazaban líneas armónicas. La serenidad estaba de vuelta.
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