Después de la máxima belleza, segaron todas las estrellas Hoy es noche cerrada, y las nubes grises cubren las luminarias del cielo.
No sé leer sobre el esmalte de la bóveda celeste, y por lo tanto, nada comprendo. Han quedado marchitas la flores, y mi boca calla ante el imposible.
Con los arroyos diré mis últimas palabras, y en ti estará ponerle dique para proteger el sentimiento.
Como el viento pasa el amor, y lleva una solemne pregunta. En tu respuesta está la luz de mis ojos. Inclino mi oído en espera de tu voz.
Mi amor echó raíces de roble, y firme se sostiene. Sólo perecerá ante la tala. En tus manos el hacha y la caricia.
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