BORJA MARÍA ZALLANA DE LOS ACEBOS
14/11/2010
El Rincón del Neocon
González Pons se manifiesta contra Zapatero, perdón, a favor de los saharauis
Debo reconocer que la manifestación de ayer a favor del pueblo saharaui, junto a artistas, sindicalistas y otras gentes de malvivir, fue una experiencia extraña. El primer impulso que tuve al ver a Bardem y su banda fue la de echar mano al bate de béisbol, pero allí estaba González Pons para recordarme que aquel sacrificio era necesario si queremos reconquistar la Moncloa, que un puñado de votos es un puñado de votos. “Toma ejemplo de Rosa Díez- me dijo el bueno de Esteban-, que va ahí tan formal e integrada, como si fuera una más de la turba izquierdista”. “Lo sé Esteban, lo sé, pero es que son tantos años de darles caña que no es fácil acostumbrarse”. “Pues aguanta y marcha, si quieres prosperar en este partido tendrás que hacerte a los cambios de chaqueta y de amistades”.
Me tendrían que haber visto lanzando proclamas contra la dictadura marroquí, una dictadura de derechas, como la de Franco, Pinochet o Videla, es decir, una de las nuestras, de las que hemos justificado toda la vida. Al principio me costó meterme en el papel, mucha gente con el puño en alto, y a Esteban y a mí se nos iba el brazo con la mano extendida a la que perdíamos un poco de concentración, pero luego, conforme iba pasando el rato y la marcha avanzaba, me fui sintiendo cada vez más cómodo. El punto de inflexión fue mi primera quema de una bandera marroquí. A partir de ahí empecé a sentirme liberado. Unos segundos después me sorprendí a mí mismo gritando consignas contra la dictadura, a favor de la liberación de los pueblos oprimidos y, si no me llega a abofetear Esteban para devolverme a la cordura, acabo gritando a favor de la justicia universal.
Afortunadamente, iba acompañado por alguien de la entereza moral de González Pons, si no acabo afiliándome a vete tú a saber que secta izquierdista. Y es que la verdad es que así en caliente, viendo las imágenes que habíamos visto, escuchando los testimonios que habíamos escuchado, la idea de la lucha de un pueblo sometido contra el poder establecido por una oligarquía tirana, se me antojó por un momento una causa justa. A ello contribuyó la declaración de Esteban pidiendo que los derechos humanos fueran respetados en cualquier parte del mundo, y que “el interés de España debe ser siempre limpio”. Tras estas palabras, jamás antes escuchadas en un dirigente de mi partido, me quedé absorto observándolo, intentado averiguar si él también había sucumbido al hechizo de la izquierda, pero un conocido brillo en sus ojos y el guiño sutil que me dirigió, me devolvieron la tranquilidad.
“Mira que eres inocente – me dijo Esteban al finalizar la manifestación -, hay que tener un poco de mano izquierda cuando es necesario. Toda esta gentuza se manifestaba contra la dictadura y a favor de la libertad de los saharauis, pero tú y yo nos manifestábamos sólo contra Zapatero”. “Pero maestro – le pregunté yo en mi santa inocencia- ¿no corremos el peligro de que nuestros votantes se confundan?”. “No pequeño saltamontes, nuestros votantes son gente sabia que sabe distinguir muy bien lo que decimos de lo que pensamos. Mira, por ejemplo, que bien han entendido que Alicia Sánchez Camacho hable a favor de la familia tradicional, siendo ella madre soltera”. “Maestro, pero no habíamos dicho siempre que las madres solteras eran…” “Calla Borja, calla –me interrumpió Esteban- ¿no te he dicho que no hace falta que digas lo que pensamos?”.

