Mujer... que hablas con los ojos, que ya existes en los otros, tu fuerte debilidad es vencida omnipotencia.
Lloras como niña endeble y hablas con sabiduría, tú renuncias a la espera ante el frío de las palabras.
Equilibrio de tus plantas, madre de los animales, tu gemela soledad es albor de tus cantares.
¿Quién te enseñó el camino de los poetas cuando dormías pequeña en el ocaso de los alfabetos?
Te has quedado detenida a la sombra de las huertas con tiempo para rumores de tus lágrimas inciertas.
Tu pluma de pergamino destierra las injusticias y entre tus rimas dormita todo el resto de la vida.
Trovadora misteriosa inmersa por los recodos del gran arte bien nacido... Ya buscas la salvación.
Eres arcángel con lirios, humildad de las violetas, la primavera con alas abrazada de estribillos.
Mujer... que sientes que nada has logrado...
Lo dijo él: ¡Mujer, amor personificado!.
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