Yo hacía una divina labor, sobre la roca creciente del orgullo. De la vida lejana algún pétalo vivovoló en la mañana, algún beso en la noche. Tenaz como una loca,
seguía mi divina labor sobre la roca, cuando tu voz que funde como sacra campana en la nota celeste la vibración humana, tendió su lazo de oro al borde de tu boca;
-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca! Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...- Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;
tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo tú quedas en la testa soberbia de la roca, y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!
Delmira Agostini
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