
Mi compañera de viaje…
la que amo sin contratos
de indisoluble ruptura,
sin testigos, sin notarios,
sin nadie que nos bendiga,
sin el cura limosnero
que nos dice lo que es bueno,
que lo malo lo sabemos…
La que me besa de noche,
al calor de lo que es puro,
la que me besa despacio,
con sosiego, con dulzura.
Que se cobija en mi pecho,
con mi brazo en su cintura.
No hay nada que se compare
al rumor de sus caricias,
a la ternura infinita
de su voz cuando suplica
que tiene las manos frías.
que le roban el calor…
y su cuerpo ya tirita…
para unirlas con las mías.
Que me pregunta, me arrulla,
me susurra que la quiera,
que la coja entre mis brazos,
hasta que el sueño nos una.
Todo se queda en silencio,
mi compañera se duerme.
La cadencia de un suspiro,
marca fronteras al día…
La paz nos invade el alma.
Es una noche cualquiera…
La felicidad no tiene,
festivos, ni primaveras…
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