
En el brocal de tu alma
labrada de muchos siglos,
el tiempo arrancó la tierra
profunda buscando el agua
que sacia la sed de un verso…
Son labios que se secaron
atravesando pesares…
entre risas afectadas,
ademanes cautelosos,
aparentes cortesías…
de un beso desesperado
que se quedó entre la nada...
Travesía de un desierto
de viento y de soledades,
entre palmeras cautivas,
vestidas de seda y oro…
de una sociedad podrida,
que lleva fuego en su entraña.
Que quema las ilusiones,
hasta volverlas cenizas,
para después aventarlas…
Que nada rompa el encanto
La poesía está al fondo,
trasparente, cristalina.
¡Nadie beberá su agua
si no tiene manos limpias!...
¡Quitad, haceos a un lado!
Tenéis los dedos ausentes
y las miradas vacías.
Blanco azahar de tus sueños
que anida en lo más sagrado,
donde el amor vive solo…
donde la luz no traspasa
donde no puedan dañarlo
los que pretenden tenerlo
sin entregar nada a cambio….
Sacristía de emociones
vestidas de anhelos puros…
que guardas con reverencia
en los pliegues de tu sombra…
Palomas que vuelan lejos
hasta que se acuesta el alba,
que me entregas en tus brazos
sin preguntar donde alcanzan…