
Cuando toda mañana es fría lluvia y la noche sombría luz de ausencia, cuando el alma requiere tu presencia y solo halla el afecto de la gubia,
cuando el sauce cabecea, doliente, alejado, ajeno a la pena mía, cuando las rosas blancas en la umbría traen duelos pasados al presente,
vengan prestas las huestes del olvido a sacar, de sangrante y condolido, al dolor. Lacerante malvivir
es esperar en lo que ya ha partido, inútil, lastimoso revivir el desamor: pues tórnate a herir.


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