Despojarte de mi pensamiento
sería incoherente,
prematuro para el presente,
mi corazón es rebelde
cuando el frío de tu ausencia
intenta avasallarlo en el olvido.
Tal vez mañana lo intente,
cuando se convenza
que nuestros pasos avanzan lerdos
por caminos disímiles
donde a menudo
nos encontramos ocultos
bajo las sombras del silencio,
procurando suprimir los instintos
en el suplicio vacío que calla.
Resultaría nefasto,
mientras el firmamento agota la
última gota de lluvia que cae
tras la noche gris,
buscando controlar
este magnetismo
que nos domina los sentidos
y nos vuelve a enamorar
de sólo imaginar.