La mayoría de la gente tiene un pasado que no se puede borrar y que condiciona su presente y su futuro; porque las experiencias del pasado les sirven para no cometer los mismos errores dos veces.

El hecho de que una mujer haya sido feliz con otro hombre en el pasado o que su pareja guarde buenos recuerdos de otra mujer, no impide a ambos formar una relación sin que la sombra de lo vivido amenace ese nuevo amor.

Cuando hay un pasado significativo, son posibles las comparaciones, y aunque ninguna persona puede ser comparada con otra, la sola sospecha puede resultar urticante para muchos.

Solamente los que son muy inseguros son celosos, no sólo de otras personas vinculadas con su pareja en el pasado sino también de familiares directos y de los hijos que han tenido.

El que está enamorado quiere ocupar el primer lugar en el mundo de la persona que ama, tener la exclusividad y no tener que compartirla con nadie.

Los celos son comunes en las personas que aman y mientras no sean excesivos y lleguen al extremo de convertirse en patológicos, se pueden comprender.

Si ambos se respetan no deberían existir estos temores, ya que ninguno de los dos debería hacer nada que los fomente.

Ante el primer indicio de los celos de la pareja es necesario aplicar el discernimiento y evaluar si se justifican. Si así fuera, no hay que dejar de hacer lo previsto por un capricho del otro sin fundamento, que pueda comprometer la libertad individual.

Pero es obvio que cuando se vive en pareja y ambos se aman, seguramente los dos querrán hacerse felices y priorizarse mutuamente, porque se supone que por sobre todas las cosas querrán estar la mayor parte de su tiempo, juntos.

Decir juntos no significa pegados, porque cada uno tendrá sus propios amigos y sus intereses individuales, que no deberían abandonar.

Estar en pareja no quiere decir que uno se tiene que convertir en un esclavo, ni tampoco supone la obligación de terminar con todo lo anterior, que sea compatible con la nueva relación y no signifique un obstáculo.

Los celosos enfermizos se aferran a la idea de que pueden ser traicionados cuando tienen baja la autoestima y no confían en ellos mismos.

Son sentimientos negativos que atentan contra toda relación, porque cuando la tendencia es crear vínculos dependientes, lo que se teme es el riesgo de la pérdida de quien consideran, una prolongación de sí mismos.

El celoso cree que está en inferioridad de condiciones con respecto al otro, se obsesiona, quiere saber, revisa las pertenencias de su pareja y percibe en cualquier inofensivo indicio a una falsedad o un engaño.

Sin embargo, hoy, esa pareja está con él porque lo ha elegido y eso tiene que ser suficiente para confiar y comenzar una vida nueva sin la sombra del pasado.

Toda relación se basa en la confianza, pero no hay que perder el sentido de los límites y tratar de evitar que sea un vínculo en el que cada uno hace su vida sin ninguna consideración hacia el otro.

Cuando esa es la situación hay que hablar, decir cómo se sienten, buscar la forma de compatibilizar intereses, de estar y de hacer cosas, juntos.

A veces, las relaciones anteriores terminan en buenos términos y en bien de los hijos que han tenido necesitan continuar viéndose en ocasiones.

En ese caso, lo mejor es aceptarlo, tomarlo con naturalidad, sin fantasear imaginando cosas que no son y sin ánimo de controlar, sino para aprender a razonar y a tener actitudes maduras, ya que los sentimientos no tienen por qué cambiar sólo por ver a sus antiguas parejas. Porque si así fuera, aunque no los vea, en cualquier momento volverá a ellos.

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