El conocimiento interior exige un largo entrenamiento; y para que la auto observación sea precisa, es necesario un guía.
En Oriente, la meditación es el centro de las disciplinas psicológicas y también para el hombre antiguo de occidente significaba el estudio de si mismo.
La meditación se ha vuelto popular en Occidente, en forma reciente, porque el hombre moderno necesita relajarse y conocerse mejor para poder crecer.
En Estados Unidos más de seis millones de personas han adquirido alguna forma de conocimiento sobre meditación, siendo la más conocida la meditación trascendental, adaptada a la cultura occidental.
Existen otras formas de meditar: a través del yoga, que deriva del hinduismo y de algunas prácticas budistas.
Entre estas últimas se destacan el budismo zen, el budismo tibetano y la meditación de la visión interior (vipasana).
Otras maneras de meditar se asocian a la práctica de la contemplación cristiana.
La psicología transpersonal utiliza estas técnicas porque representan un estímulo para la evolución psicológica, ya que se logran a través de ellas, estados alterados de conciencia.
La meditación produce cambios mensurables tanto fisiológicos como del comportamiento y pueden despertar emociones de amor y compasión.
Meditar no es una práctica sencilla para la gente de occidente, habituada a vivir de una manera acelerada, porque requiere por lo menos permanecer media hora sentada y sin moverse.
Toda disciplina que mediante la orientación consciente de la atención tenga el propósito de incrementar la percepción, es meditación.
Puede realizarse concentrándose en algo específico, como la respiración, un sonido, imágenes o sensaciones o bien abriéndose a la totalidad de la experiencia presente sin optar.
Se podría decir que meditar es para cada persona diferente, ya que algunos meditadores sólo se limitan a sentarse y dejarse estar, tratando de ser conscientes del fluir de las cosas.
Ni bien la atención se vuelve hacia el interior, tienden a hacerse conscientes los conflictos no resueltos; y la mente que no está entrenada puede experimentar oleadas de excitación emocional y de alegría y paz profunda, alternativamente.
Sólo con algunas horas de práctica el que medita se pueden dar cuenta de la distorsión e insensibilidad habitual que tiene su percepción y sorprenderse de que el nivel de control de la psique sea más bajo de lo que supone, teniendo en cuenta la importancia que tiene el modo de percibir, ya que es el que crea y deforma la realidad y también la manera de pensar sobre las cosas y sobre el sí mismo.
Meditar y controlar la mente es una práctica que a la mayoría le resulta muy difícil.
Al principio sus efectos no son tan espectaculares, sin embargo se registra un aumento de la tranquilidad, la persona se vuelve más receptiva y sensible, tiene una mayor empatía y claridad mental y se amplía su perspectiva.
Estos anticipos inmediatos representan las primeras manifestaciones de un proceso de transformación profundo y casi invariablemente conduce a experiencias transpersonales.
Progresivamente se van produciendo una serie de estados alterados de conciencia que son capaces de cambiar a la persona radicalmente y en forma permanente; estado conocido como de liberación o iluminación.
Cuando esto ocurre, el que medita puede alcanzar niveles muy profundos de la psique, observar sus procesos psicológicos y sus estados mentales y descubrir la quietud interna, la clarividencia y la sabiduría que subyace al ruido de la superficie.
Plotino, filósofo griego (204-270 d. de C.) que resume la tradición filosófica griega y la conjuga con el mundo espiritual oriental; dice que cerrando los ojos se puede invocar una nueva manera de ver, condición que todos hemos heredado, aunque sean muy pocos los que la aprovechen.
Fuente: “Más allá del Ego, Textos de Psicología Transpersonal”, La meditación, Jacobo Needleman, 2da. Edición, Kairós, 1985.