
Todo cuanto me diste, Vida, lo considero
como un préstamo tuyo nada más.
Si algún día quitármelo quisieras,
habré de devolverlo con la misma alegría.
Tú prestas a mis ojos, la virtud de mirarlo todo,
bajo un aspecto seductor y distinto.
Tú me prestas la sombra toda luz, de tus alas,
y me das las madejas y me entregas los hilos.
Si algo traman mis dedos, ¡eres tú, quien lo quiere!
Si algo hermoso realizo, tu bondad lo permite.
¡Oh Vida! muchas gracias, pues me das las ideas
que mis manos escriben.