
Entre la mente y la piel habita un espectro atrincherado. Mientras una lo desdeña, la otra, osada, lo reclama a su lado, es el potente deseo que, tras su roja capa, palpita embozado. En férrea batalla combaten el voluptuoso cuerpo y la lógica mesurada. Mas es una lucha sin ton ni son, pues ya se ha decidido el emancipado corazón. Ha optado por obviar, a la timorata razón y otorgar plenitud de poderes a la caprichosa pasión; en nombre de ella, colgado de un hilo, se balancea el amor. El seno en su deleite ya la cabeza extravió y el alma dichosa, acata la resolución.


|