
Llueve… En esta tarde de otoño, agrisada y blanca, diluvia, como si la lluvia se estrenara. Llueve, a chaparrones furiosos e intermitentes que, no conceden ni un segundo para abrir el paraguas, y en el pelo, como si fuese escarcha, una miríada de gotas, refugio hallan. Luego, tras besar la frente, resbalan por la cara, a manera de, indoloras lágrimas.
Lágrimas que son de las nubes, y quizá, por la pérdida, ellas sientan lástima. Mientras la tierra, que recibe el regalo, saciándose, toca palmas.
Cuando atinas a cubrirte, cuando al fin, despliegas el paraguas, parece una burla pues, de repente, escampa. Y mirando hacia el cielo, extrañada, continuas el paseo, por tu soledad acompañada, gozando de la desapacible belleza, de esta tarde de otoño; tibia y reposada.


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