Lo indica el letrero:
“Desasosiego”,
el nombre de la calle donde me pierdo.
Aquí no habita la calma,
sólo el desespero…
¡Anda! Date la vuelta;
no traspases el crucero,
que allí embozado acecha,
un astifino toro negro.
Dale un quite,
pronuncia un requiebro,
conmina a tus zapatos
a caminar ligeros.
Y sal de esta calleja,
que aún estás a tiempo.
Toma otro rumbo
que te transporte lejos.
Hacia aquel horizonte de luz
donde se vaticina la serenidad,
deslumbrante como fuego.
Si no me crees,
lanza una mirada de esperanza
a aquel cuadro de azulejos,
donde con letras azules reza:
“bienvenido al cielo”…
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