El dinero es símbolo de poder en una pareja porque representa la posibilidad de tomar las decisiones.
Es solamente un papel que por convención la sociedad le ha otorgado el valor de obtener bienes, de disfrutar de comodidades, de viajar y de tener un status social determinado.
En función a la cantidad de esos papeles que una persona pueda generar será el lugar que ocupe en su relación de pareja para tomar las decisiones.
Si el dinero está solamente en manos de uno de los integrantes de una pareja puede ser un motivo para que tengan serias desavenencias y discusiones, si previamente no han hecho sobre este tema, un arreglo previo. Porque el dinero no se puede ignorar en una sociedad de consumo donde todo se compra y se vende; participa en nuestros proyectos y puede malograrlos si los planes son más ambiciosos que nuestros recursos.
Se puede decir que no existe ninguna cultura que no incluya transacciones comerciales; porque aún en las más primitivas existe el intercambio y se manejan con valores locales que tienen la misma función que el dinero en las ciudades modernas.
El amor sin dinero suele durar poco, porque si no se pueden atender las necesidades básicas no hay amor que aguante.
Antiguamente un matrimonio era una transacción comercial, o sea la oportunidad de crear vínculos con otras familias y robustecer el patrimonio.
El amor fuera de ese contexto terminaba mal, a veces con la muerte cuando el romanticismo impulsaba a los amantes a unirse en el más allá.
En esa época sólo ocupaba un lugar el dinero y el amor no era tema de discusión.
Hoy en día, la vida moderna permite a la mujer ser proveedora y por lo tanto tiene la posibilidad de participar en las decisiones de la pareja.
Una pareja que está dispuesta a formalizar y convivir, tiene que hablar de cómo manejarán el dinero común cuando estén juntos.
Si se piensa individualmente, lo más lógico es que cada uno administre sus ingresos y ambos compartan los gastos.
Si se piensa en función de nosotros, algunas parejas pueden decidir hacer un fondo común. Sin embargo, esta forma de administración puede llevar a discusiones, si alguno de los dos toma una decisión unilateral sin consultar y se atreve a gastar del fondo común una suma por su cuenta que haga tambalear la economía familiar.
En general, los hombres suelen ganar más y a veces esta disparidad de haberes puede ser causa de falta de entendimiento en la relación.
Un hombre generoso suele tener también otras cualidades positivas; en cambio cualquier señal de mezquindad revela egoísmo y poca capacidad de brindar amor verdadero. Por eso es importante elegir bien al compañero.
Lo lógico es que el que gana más participe en los gastos en forma proporcional sin protestar y a la vez sea respetado en su decisión cuando un gasto adicional de mayor importancia dependa exclusivamente de sus ingresos.
Es necesario hablar de este tema sin reservas para evitar hacerlo sobre la marcha, cuando seguramente se tendrán que aceptar condiciones que tal vez no conformen.
En una pareja, cuyos integrantes se respeten mutuamente, cada uno tiene el derecho de reservar parte de sus ingresos para tomar sus propias decisiones para hacer los gastos que le conciernen y compartir los gastos comunes en forma proporcional a los ingresos, acordando mutuamente cuando deseen realizar una inversión mayor.
El dinero no es la felicidad porque si así fuera los ricos serían todos felices, pero es cierto que facilita mucho las cosas y que además tiene el poder de calmar los nervios.