El Dinero y la Felicidad
A través de la historia el dinero ha tenido un rol protagónico en la vida humana. La educación, la salud, el trabajo, la producción, etc. han dependido y están cada vez más influenciados por el factor dinero.
Nuestras relaciones interpersonales también suelen sufrir alteraciones por el dinero y hasta nuestra tranquilidad y nuestro futuro pueden depender del dinero.
Pero aunque tengamos el dinero suficiente como para no preocuparnos, a veces se convierte en una adicción, aunque el dinero sea un medio y no un fin y su destino sea la circulación.
La expresión máxima del materialismo es el dinero y su sentido es el consumismo. Sin embargo, hay cosas que el dinero no puede comprar, que no son tangibles ni enajenables, como los sentimientos, los afectos, el amor, la amistad, la compasión, etc.
Lo mejor de la vida no tiene precio; un día de sol, una noche de luna, el cielo estrellado, la primavera, los colores del otoño y el buen humor también son gratis, sin embargo hoy en día todo eso no nos alcanza para sobrevivir.
La forma en que nos relacionamos con el dinero determina nuestros valores y el lugar que le damos en nuestras vidas y la importancia que tiene para nosotros expresa nuestra forma de ver el mundo.
Soñar con excrementos significa dinero, tal vez porque se lo identifica con algo sucio; y las personas estreñidas suelen ser avaras porque les resulta muy difícil desprenderse de algo.
El dinero significa poder. El poderoso necesita dinero para sentirse superior, en cambio un delincuente sólo necesita un arma y curiosamente cuando roba mucho dinero lo malgasta.
Sin embargo, las encuestas dicen que para la mayoría, a la hora de buscar trabajo, el dinero no ocupa el primer lugar en importancia, porque prioriza más el tipo de tarea que va a desarrollar.
Para el adicto al juego parece ser que tampoco el dinero es lo más importante porque lo principal para él es el desafío y el riesgo.
Si el dinero fuera la felicidad los ricos serían felices, sin embargo, muchas veces su dinero se convierte en su peor enemigo, dividiendo a su familia, creando resentimientos y envidias, además de convertirse con más frecuencia en blanco de secuestradores y ladrones. Además, pueden llegar a ser esclavos de su fortuna que a menudo los suele conducir a la decadencia moral.
Pero hay que reconocer que mucho peor es ser pobre.
Para aquellos que trabajan por cuenta propia, puede resultarles difícil valorar su tiempo y su trabajo en dinero. Es frecuente que hasta prefieran abandonar su actividad antes de tener que cobrar por sus servicios. La baja autoestima y la propia convicción de que su tarea no lo vale se proyecta en el beneficiario que adopta la misma actitud y se resiste más a pagar por los servicios.
Podemos inferir estas conclusiones: no tener dinero es malo, tener dinero es mejor, pero tener mucho dinero es peor.
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