
La gran mayoría de los conocimientos puestos a disposición de los humanos les dan el dominio de la materia y les aseguran el éxito. Esto está muy bien, pero debido al modo como estos les son presentados, les alejan cada vez más del espíritu.
Ésta es la causa de la mayoría de los desequilibrios que se constatan en los individuos y en la sociedad. El libro del Génesis comienza con estas palabras: «Al principio Dios creó el cielo y la tierra». Esta frase resume idealmente toda la filosofía del espíritu y de la materia. El cielo es el alma, el espíritu, el esplendor de las virtudes. La tierra es el mundo físico, y todas las actividades materiales que puede realizar el hombre. Puesto que la tierra ha sido creada, es porque es necesaria. Pero Moisés, que era un gran Iniciado, nombró primero el cielo y después la tierra. Mientras que para la mayoría de los humanos la tierra pasa por delante del cielo. E incluso para algunos no existe el cielo para nada, sino sólo la tierra; por esto el mundo material termina engulléndoles. El equilibrio o el desequilibrio, en cada ser humano, tienen por causa las relaciones que sabe o no sabe establecer en su vida entre el espíritu y la materia.

|