Una dama de la aristocracia madrileña, fue a visitar a una condesa amiga suya.
No la encontró en su casa y al observar que el piano estaba cubierto de polvo, escribió con un dedo sobre la tapa:
Unos días después, coincidieron en la casa de una amiga común y la aristócrata dijo a la condesa:
.- El otro día estuve en tu casa y tú no estabas.
.- Si, querida.- le contestó la condesa, con segundas -. Ya vi tu firma sobre el piano.