Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA DANZA EN EL CAMINO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 IMAGENES 
 ♠♥♠ PRESENTATE ♠♥♠ 
 NORMAS DEL GRUPO 
 ♦♦HISTORIA Y ARTE♦♦ 
 ♦♦♦FONDOS♦♦♦ 
 ♥♥♥POEMAS♥♥♥ 
 ☻BIOGRAFÍAS☻ 
 PARTICIPAR EN ARMONIA 
 FIRMAS DE AMALY 
 ESTA ES MI TIERRA 
 +++PINTURA 
 MUSICA MIDI 
 ♣EL SEPTIMO ARTE♣ 
 
 
  Herramientas
 
General: LA MECEDORA
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Abderraman  (Mensaje original) Enviado: 23/02/2012 13:56

  

Manuel se mecía suavemente en la vieja mecedora. Siempre se sentaba en la misma, en la de la izquierda; le gustaba tener a Carmen a su derecha para tomarle la mano. Cuando se han vivido tantos años juntos, los pequeños detalles se convierten en leyes.

Entornó los ojos y se quedó observando las hojas de los árboles del huerto, por donde los últimos rayos de sol se tamizaban rielando en vibrantes colores. Las sombras se alargaban y, abandonando el suelo, trepaban por la pared del porche componiendo un trémulo e irrepetible mosaico de juguetonas figuras grises,

─Carmen, ¡que tarde tan preciosa!

Solo se escuchaban los "silencios" de la huerta. En el limonero, un jilguero llamaba a su amor con desesperado canto.

Una vieja tórtola se posó sobre un naranjo cercano.

─¿Has escuchado como arrulla esa tórtola? A ti siempre te ha gustado su arrullo. Cuando estabas criando a los zagales, había una tórtola que se ponía a arrullarte en la rama del laurel, junto a la ventana de la alcoba. Tú me llamabas para que yo la escuchara mientras le dabas el pecho a la criatura.

La última chicharra hacía rato que dejó de chirriar y, en ese mágico momento, solo se escuchaba un leve rumor: el suave susurro de la acequia.

─¿Te acuerdas Carmen? Yo te decía que eras tan guapa que cuando te asomabas a la acequia el agua se paraba para contemplarte... y los huertanos se quedaban sin poder regar. ¡Te tenían prohibido que te asomaras! Já,ja, qué risa te daba cuando te decía estas cosas. Fue también en el puente de esta acequia donde, una noche de verano, te declaré mi amor. Junto a esta acequia me bebí tus lágrimas aquella tarde que me marchaba a la guerra de Cuba y te di mi primer beso... ¿Te acuerdas Carmen?

─Cruzando esta acequia vinieron alegrías..., y se fueron penas... ¡Cuántas cosas habrán visto las aguas de nuestra acequia!. ¡Ay, Carmen, si ellas contaran...!

La noche fue tendiendo su negro manto y la huerta expelía sus fragancias de azahar, de menta, y de albahaca. Solo se escuchaba un leve grillar y el suave canto de la acequia.

─Carmen, ya está empezando a refrescar. Me voy a acostar; la humedad le sienta cada vez peor a mis viejos huesos. Hasta mañana amor mío.

Manuel acarició el respaldo de la mecedora de Carmen y le imprimió un suave impulso. Tomó el candil y se adentró en la casa mientras, en el porche, la mecedora de Carmen se mecía vacía.

 




Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Amaly Enviado: 23/02/2012 20:10
Triste relato para este bello mensaje.
Gracias por tu aporte.
Un fuerte abrazo
Amaly


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados