Es una sensación inexplicable. Un querer saber de una persona, y no encontrar los motivos para poder dirigirte a ella.
Nunca me ha gustado frenar los sentimientos, pero aun así. Guardo silencio, y ¡que mal lo sé guardar!. Cuantos dispositivos se disparan en mi mente, para intentar controlarme, pero es que ya está exhausta de tantas desilusiones a la que la someto.
Sé que terminaré escapando de ella, que el corazón siempre me lleva de la mano tentándome a seguirle. Seguro que ya estará maquinando como arreglárselas para salirse con la suya. Total…para qué, para volver a salir herido; pero es inquieto, la pasión le aprieta, y mi mente no puede con el.
¿Por qué no dejar que lo que ha de venir venga?. ¿Por qué no esperar?. Estoy en una lucha interna infructuosa, ya que sé que durará pocas horas; aunque la mente poco a poco va tomando ya las riendas de mi vida.
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