Tarde o temprano cualquier persona puede aburrirse de su pareja, es inevitable, tal como nos puede ocurrir con nuestros parientes, padres, hermanos y amigos, no es muy diferente, porque el ser humano detesta la rutina y necesita el cambio y prefiere creer que el que tiene que cambiar es el otro.
El aburrimiento es más difícil de tolerar cuando la persona vive su vida en función de su pareja y no tiene inquietudes ni proyectos propios.
Experimentar la monotonía de la rutina es un llamado de atención para comenzar a dialogar y poder decir al otro cómo uno se siente, sin pelear ni amenazar, y como en el juego, dejar la pelota picando para tal vez lograr un cambio.
En general, la sensación de aburrimiento, que es común, puede ser pasajera, y parece coincidir muchas veces con alguna frustración personal que, como no se puede asimilar, puede ser proyectada en la pareja.
Estas crisis de pareja casi siempre se superan y no solamente se relacionan con el sexo, a veces lo que aburre es la convivencia cotidiana, los hábitos muy arraigados que se aprenden a detestar, la falta de proyectos en común, la aparente indiferencia, los inexplicables silencios, las caras largas, la falta de comunicación, el exceso de trabajo, etc.
Cuando uno está aburrido del otro, el otro también está aburrido de uno por muchas cosas, porque nadie es perfecto, pero puede que al otro no le moleste o sea consciente de que son estados pasajeros que después pasan, o esté demasiado ocupado para darle importancia a ese hecho.
El que se aburre del otro también está aburrido de él mismo, pero cree que la culpa de su aburrimiento la tiene el otro, sin darse cuenta que se trata de un estado de ánimo que le concierne solamente a él y que se puede referir principalmente a su propia vida personal y no a su relación con el otro.
El aburrimiento es ansiedad y también angustia existencial. Se pueden dar cuenta porque no pueden estar sin hacer nada y sin hablar, necesitan salir, ir a cualquier parte, moverse, no quedarse quietos. Es su cuerpo y su mente que les está diciendo que tienen que hacer algo con su vida que no están haciendo.
Por eso, el que se aburre de su pareja también estaría aburrido estando solo.
Se puede tener una buena relación aún con la persona más aburrida, porque esa circunstancia le dará la oportunidad de tener vida propia, intereses propios que harán posible el desarrollo y el crecimiento personal que están necesitando.
La pareja es un espejo donde nos reflejamos, porque puede sentir lo mismo, sólo que cada uno lo vive de manera diferente.
Es peligroso compararse con otras parejas que parece que se divierten juntos, porque nadie sabe a qué costo. Cada pareja es un mundo y detrás de la puerta de su casa nadie puede saber qué está pasando, porque es inevitable que todos en algún momento pasen por lo mismo.
Muchas personas ´recién cuando se divorcian se animan a cambiar de vida y hacer algo por sí mismas y luego se dan cuenta que no era necesario, que lo hubieran podido hacer igual pero no se atrevieron y que la crisis era el empujón que necesitaban para atreverse a hacerlo.
Sólo resta decir que del odio al amor hay sólo un paso, que a todos nos pasa que a quien creemos odiar un día lo amamos el siguiente, que el enojo se va y da lugar a momentos felices, y eso hay que rescatar; porque si existen los momentos felices la pareja se salva.