La personalidad es una estructura formada por el temperamento básico innato y el carácter adquirido; pero actualmente, la Psicobiología estudia también la relación que existe entre la personalidad y los ritmos biológicos.

Todos los organismos vivos han ido desarrollando, a lo largo de la evolución, un sistema de adaptación a los ritmos de la naturaleza.

En los mamíferos, este reloj biológico, que se encuentra genéticamente programado, está regulado por una zona del hipotálamo que marca los ritmos fisiológicos y de la conducta a partir de los órganos sensoriales; y su función es sincronizar el organismo con los ciclos diarios de luz y temperatura.

Existen distintos tipos de ritmos biológicos (que pueden ser anuales, mensuales, etc.), pero los que más se han investigado son los ritmos circadianos, o sea los que duran alrededor de un día y permiten que el ser humano se adapte al ciclo del día y de la noche, que se produce debido a la rotación de la Tierra alrededor del Sol.

Entre los animales, existen especies diurnas (como las gallinas); nocturnas (los murciélagos) y crepusculares, o sea los que están activos durante el atardecer y el amanecer, (como el ciervo de cola blanca).

Aunque los seres humanos en su mayoría son diurnos, algunos individuos muestran diferencias en la forma de adaptarse a los ritmos circadianos, ya que puede haber personas matutinas, vespertinas o intermedias; y esta variación puede influir en la manera de ser.

Las personas matutinas se levantan muy temprano y también se acuestan temprano; los vespertinos se despiertan tarde por la mañana y también se acuestan más tarde; y los intermedios son los más moderados y no presentan tendencias extremas.

Estas variaciones en la conducta activa depende de las diferencias rítmicas en la secreción de cortisol durante el día y en la secreción nocturna de melatonina, que es la hormona que se libera en la oscuridad, cuando el cuerpo no registra señales luminosas.

Los ritmos circadianos son internos, sin embargo, si no hay luz potente, como la del Sol, este ritmo se puede extender de 25 a 33 horas, ocasionando un desequilibrio fisiológico general del organismo que puede provocar dificultades de adaptación y problemas de salud físicos o psíquicos.

Con respecto a la personalidad, las personas matutinas suelen ser más convencionales, respetuosas, discretas y conservadoras; y su comportamiento tiende a estar regido más por la lógica y el sentido común, siendo más activos y analíticos en su forma de actuar.

En cambio, los individuos vespertinos tienen una personalidad más rebelde, suelen ser menos activos, pero más aventureros, soñadores y creativos, se sienten más atraídos por lo simbólico y abstracto, son más sensitivos y tienen una visión global e intuitiva de las cosas.

En cuanto a los niveles de ansiedad y grado de neurosis, los varones matutinos son más ansiosos y neuróticos que los intermedios y vespertinos, pero en las mujeres ocurre lo contrario.

Estas investigaciones tienen importancia por ser las primeras en utilizar un modelo de personalidad con fundamente genético; y pueden ser útiles para que los individuos puedan organizar sus actividades en función al tipo de ritmo biológico que tienen, lo que puede favorecer un desarrollo psicológico más sano y una mejor calidad de vida.

Fuente: “Mente y cerebro”; No.50/2011; “Ritmos biológicos y personalidad”; Anna Muro, Montserrat Gomá; del Depto. De Psicología de la salud de la Universidad Autónoma de Barcelona y Ana Adan; del Depto. De Psicobiología.