
Tu aguas defienden la tierra de la mano del hombre. Allí el arado no la traspasa para que los corales broten libremente.
Eres balsa en el paseo de los sueños y ruges porque te gusta inundar al hombre de misterio.
Golpeas la roca como pasión violenta, y la rodeas de tiernas espumas que lavan las heridas de tus vaivenes.
La serenidad de tus olas se acerca a la caricia, y aun no entiendo cuando tus brazos emergen a arrebatar la vida.
Reflejas el resplandor de los astros y acoges las noche. El cielo te busca en unión quimérica a los ojos del hombre.

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