Todos sabemos que hablar cura, pero no sé si tantos saben que escribir es una tarea también muy saludable.
Escribir sobre los sentimientos, los pensamientos, las sensaciones y las experiencias es una buena forma de aliviar los problemas psicológicos, pero además aclara la mente, nos permite tomar conciencia de muchas cosas de nosotros mismos que antes no veíamos, mejorar nuestra calidad de vida, superar traumas y sobrellevar mejor las pérdidas, las frustraciones y los sinsabores de la vida.
Los blogs pueden ser diarios íntimos que se pueden compartir con desconocidos y un comentario puede ser esclarecedor, porque es cierto que siempre cuatro ojos ven más que dos.
No se necesita ser lego para tener sentido común, que es el menos común de los sentidos, de modo que cualquiera puede ayudar a otro con un problema a veces desde su propia experiencia, pero lo que resulta más terapéutico es darse cuenta de que existen otros puntos de vista y también otras alternativas.
Al escribir liberamos tensiones internas, se derriba el bloqueo emocional, podemos descubrir lo inconsciente, terminar con los miedos y darnos cuenta de las causas de nuestras limitaciones y sufrimientos.
No es necesario conocer ninguna regla o técnica solamente se necesita el coraje de escribir desde lo más profundo de uno mismo.
Desde un principio, el hombre tuvo necesidad de escribir, por eso hacía dibujos en las paredes de las cavernas, quería decir algo, expresar sus ideas y sus pensamientos, describir su trabajo, dónde vivía y todo lo que hacía.
Escribir es más lento que pensar y que hablar, se puede borrar si uno se equivoca, agregar, retroceder o adelantarse en el tiempo; calma la ansiedad, disminuye la tensión arterial, fortalece el sistema inmunológico y además permite recapacitar.
Una investigación realizada en 1999 por la Revista de la Asociación Médica Americana, de USA, estudió los efectos de la escritura en enfermos.
Pacientes asmáticos mejoraron su función pulmonar en un 19% escribiendo sobre sus experiencias traumáticas y pacientes con artritis reumatoidea mejoraron sus síntomas en una proporción del 28%.
Tal vez todos nosotros tendríamos que escribir el argumento de la película de nuestra vida para empezar a sanar.
James Pennebaker, profesor de la Universidad de Texas y uno de los primeros en desarrollar técnicas de escritura terapéutica con su equipo, la utiliza en sus investigaciones clínicas.
Propone escribir en primera persona, describiendo la situación más traumática que se haya vivido; y de esa forma comienza el deshago.
La escritura terapéutica regula los procesos mentales, incremente la actividad creativa y amplía la capacidad de la actividad neuronal.
Las palabras no dichas producen síntomas, pero al escribirlas éstos desaparecen.
Escribir un cuento con final feliz puede ser terapéutico, utilizando los propios problemas, situaciones traumáticas de la vida que han dejado una huella difícil de borrar.
El cuento puede resolver conflictos y si tiene final feliz, le permite a su autor conectarse con los aspectos más sanos de él mismo.
Escriba sobre temas que lo preocupan, relate sus sueños, los conflictos que están perturbando su vida, cuestiones que ha estado evitando recordar; y sea completamente honesto, porque la escritura puede curarlo.
Fuente: LNR; 01/2010; “Escribir, esa saludable tarea”; Eduardo Chaktoura.
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