La Neuroeducación es el estudio de las relaciones neurológicas y el aprendizaje que promueve una mejor integraci´n entre las ciencias de la educación y el sector de la neurociencia vinculada a la cognición.
Todavía se ignora mucho sobre cómo aprende el cerebro y tampoco la neurociencia ha podido probar antiguos mitos sobre el aprendizaje.
Sin embargo, se ha demostrado que antes de un examen no es conveniente quedarse toda la noche en vela estudiando; que para aprender es más eficaz dejar tiempo para el descanso durante el estudio y que los adolescentes tienen atrasado su ritmo biológico del sueño.
Estos son los temas que se discutieron en la segunda jornada sobre Neuroeducación realizada recientemente en Buenos Aires.
Para Mariano Sigman, director del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el uso de la computadora en la escuela modifica la forma de adquirir conocimientos, obligando al alumno a explorar y descubrir el mundo por sí mismo y al mismo tiempo a aprender el procedimiento para hacerlo.
Sin embargo no está de acuerdo en transferir a las máquinas la capacidad de cómputo de la matemática.
La Neuroeducación está cuestionando también algunas prácticas ampliamente aceptadas en el ámbito escolar, como organizar los cursos por edad, ya que aún no se ha demostrado cuál es la edad ideal para aprender a leer, dice Stanislas Dehaene, profesor del College de France, reconocido experto sobre la forma en que la mente procesa la lectura y la matemática.
Dehaene afirma que en el cerebro existe una zona específica que está estrictamente relacionada con la lectura, ya que las personas que sufren una lesión en esa región del cerebro pierden la capacidad de leer pero no de ver.
Parece ser, que al aprender a leer, se multiplican las conexiones nerviosas que se dedican a reconocer palabras, en la frontera de la región que reconoce caras y objetos, de modo que a medida que las palabras van ganando espacio, el de las caras ocupa menos.
Aprender a leer mejora notablemente el lenguaje hablado y se cree que podría mejorar la mielinización de las fibras nerviosas.
En cuanto a la capacidad de razonamiento, se sabe que va aumentando desde los seis a los 18 años, pero ahora las investigaciones pueden detectar los cambios estructurales que se producen en el cerebro para poder predecir quiénes tienen más posibilidades de mejorar esa capacidad.
Los estudios realizados por Silvia Bunge, investigadora del Instituto Hills de Neurociencia en la Universidad de California en Berkeley, parecen indicar que el razonamiento puede ser reforzado con la práctica.
Otra área de interés es la atención, que hace posible la concentración bloqueando otros estímulos que llegan al cerebro.
Según la psicóloga Courtney Stevens, de la Universidad Willamette, en Oregon, USA; hay chicos que tienen dificultades para ignorar los estímulos que no necesitan cuando se desean concentrar en algo; sin embargo es posible mejorar este problema con una práctica de cien minutos diarios durante seis semanas con un programa computarizado.
El profesor y filósofo John Bruer, de la Universidad de Washington y presidente de la Fundación James McDonnell, que hizo posible este encuentro internacional, cree que la ciencia y la escuela aún están separados por un profundo abismo y hay que hacer un esfuerzo para atravesarlo.
Uno de los cambios que se podría implementar bastante rápido se relacionan con los descubrimientos sobre los ritmos biológicos, ya que se ha constatado que el desempeño cognitivo varía en forma considerable y predecible durante el día.
Conocer estos ritmos podría ayudar a sincronizar las actividades según la asignatura. Los atletas, por ejemplo, no realizan las pruebas olímpicas a la mañana porque su mejor desempeño siempre es a la tarde.
También la duración de las clases debería ser variable porque la atención es diferente según la disciplina.
Existen distintas pruebas que mostraron que si el inicio de clases es media o una hora más tarde, los chicos se enferman menos, están más contentos y rinden mejor.
Lo cierto es que para estudiar, como para muchas otras cosas, es importante prestar atención al cuerpo y aprovechar para hacerlo cuando está en mejores condiciones, teniendo en cuenta los ritmos naturales.
Fuente: “La Nación”; Ciencia: Encuentro sobre Neuroeducación; Nora Bär.