
Quiero emprender el camino de un sueño, y la mente me lleva lejos, muy lejos. Llego a perderme en la fantasía, vivo el futuro en su reino; pero de repente despierto, y me doy cuenta que he corrido mucho, demasiado. Mi imaginación ha recorrido largos y anchos caminos, se me fue por autovías. Es entonces cuando me paro y recapacito. Me digo que no, que seguramente mi gran sueño me anda rondando cerca, tan cerca que aún no he sido capaz de verlo.
Esta manía mía, de correr y adelantarme a los acontecimientos, siempre me lleva a la equivocación. Es una falta de paciencia, o un exceso de pasión.

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