Te vi brillar entre la espuma y me armé para librar una nueva batalla de esta vida. Eras continente dentro de esta esfera mía. El corazón gritaba “tierra a la vista”, a la vez que iba recuperando el latido perdido.
Vi en ti un destino, y me hice a ese mar sin saber de las turbulencias de sus aguas. Emprendí un viaje de brisas, que no tardó en toparse contra el viento injusto.
En mis redes recogía las palabras enredadas a otros seres, mientras iba metiendo en los cubos besos dados a multicopista y abrazos cumplidos. La tormenta, atenta a mis manejos, esperaba el instante de cernirse con sus rayos sobre mí.
Fue en ese momento, cuando más te necesité, y quise adherirme a ti en un abrazo fuerte; pero sólo había espuma que resbalaba por mi cuerpo, y se deshacía entre mis dedos.
Marinera fui de vacíos y espuma, de quiméricos horizontes inalcanzables.
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