Tu alma escalonada, de vivos colores misteriosos. Incógnita atrayente y, como tal, lejana. Esas verjas no me han permitido subir un segundo escalón. En la cancela me quedé mirando largo tiempo, esperando que acudieras con la llave. Escalones más arriba se encuentran personas que participan de tus noches, y que me miran desde allí pequeña. Tan minúscula me han hecho sentir, que soy agua derramada en el asfalto.
Escalones de oro hacia tu templo, que mis piernas no alcanzan, que ni a gatas poseo. Ciega la humedad en mis ojos por el deseo de quien se hace imposible, y haciendo otro jirón más en mi alma doy la vuelta a seguir caminando sin norte en mi soledad sin ti.
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