Quizá no es bueno llevar el cascabel para que reparen en uno. Mejor es caminar en silencio, ajeno a toda mirada, como el que va horadando hasta hacer una cueva entre las rocas.
Hay ondas en el silencio que sólo pueden captar las personas especiales, o los que estén destinados a escucharlas. Ahí le encontraré. Es como ir apartando nieblas hasta llegar a un claro, o como la tregua que da la lluvia sellándola con el arco iris.
Voy de paso, sin buscar albergue, pero habrá una puerta que se abra, que me invite al descanso para no dejarme partir más.
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