Los seres humanos estamos diseñados para superar cualquier experiencia traumática, que inclusive puede servirnos para fortalecernos.
Conocer esta posibilidad que tenemos todos puede hacer la vida más llevadera y reducir el temor al futuro.
La vida es como un juego que exige a veces caminar por la cuerda floja tratando de hacer equilibrio para no caer a un abismo sin red, pero parece que todo se puede superar y que siempre se puede volver a empezar.
Hay innumerables experiencias humanas que nos enseñan la forma en que algunas personas siguieron adelante, después de haber sobrevivido catástrofes y de haberlo perdido todo. Estas personas pudieron seguir viviendo normalmente e inclusive lograron empezar una nueva vida.
Perder el trabajo de toda una vida, perder a un hijo, sufrir las consecuencias de una guerra, de un incendio, de una catástrofe natural, lo impensado, puede ocurrir en apenas unos minutos y cambiar una vida para siempre.
Parece como si la vida nos obligara a tener el coraje de aceptar los hechos irremediables y a la vez nos impulsara a sobrevivir cada vez que ocurren.
Resiliencia significa etimológicamente rebotar, saltar para atrás, volver a saltar; y en el área de la física es la capacidad de algunos metales de recuperar su estructura después de una deformación.
Desde el punto de vista psicológico, la resiliencia es la capacidad de recuperarse después de una situación grave, que hace que una vida cambie.
Los golpes de la vida, cuando no nos destruyen, nos fortalecen y nos cambian; y en el mejor de los casos nos ayudan a madurar.
La mayoría se adapta a las situaciones de estrés, solamente la excepción se enferma.
La resiliencia es la cualidad humana que hace que podamos sacar ventaja de la adversidad, un proceso mental que nos permite enfrentar las experiencias negativas y aprovecharlas para crecer.
Cuando ocurre una contingencia grave muchos suelen reaccionar con inusitada fortaleza mostrando una gran resistencia al dolor y una capacidad psicológica que le permite salir indemne del trance.
Como estamos acostumbrados a recibir los peores impactos emocionales de la prensa amarilla, podemos tener una idea distorsionada sobre la capacidad humana para recuperarse de los traumas; sin embargo, la médica psiquiatra Daniela Bordalejo, afirma que la gente que sufre una pérdida generalmente no se deprime, debido a la gran capacidad que tiene todo ser humano de verle sentido a las tragedias.
La resiliencia no es la excepción sino la regla, sostiene la licenciada en psicología Mariana Gancedo, profesora de Psicología Positiva de la Universidad de Palermo. Aprendemos de la adversidad porque lo habitual no es enfermarse debido a un trauma sino seguir adelante.
El fenómeno de la resiliencia se produce en forma cotidiana porque es un recurso humano para superar las contrariedades diarias de la vida.
Emily Werner estudió hace treinta años a setecientos niños hawaianos que vivían en condiciones desfavorables; y luego de unos años comprobó que un tercio de esos niños, contra toda previsión, había logrado alcanzar una vida productiva y satisfactoria.
Hay mucha gente que puede trascender sus grandes limitaciones socioeconómicas, revertirlas y superarlas, pero estos son los casos que no son noticia y no salen en los diarios.
La resiliencia es un proceso dinámico que se produce como resultado de la situación del sujeto y la experiencia traumática que sufre; e incluye lo innato y lo adquirido.
Pero no siempre las personas responden de la misma forma, porque pueden recuperarse de ciertas experiencias y derrumbarse frente a otras. Además, una misma situación puede afectar en forma diferente a cada persona.
Los neurocientíficos afirman que hay cerebros más resilientes que otros, porque la capacidad de resiliencia depende de un complejo sistema de mediadores neuroquímicos; de modo que para actuar en forma resiliente se necesitan ciertas condiciones mínimas biológicas, cierto entorno familiar y social y ciertas características de personalidad.
Está comprobado que cuanto más conocimientos tenga una persona y mayor sea su capacidad intelectual; tendrá más capacidad cognitiva para procesar y elaborar con eficacia el estrés y los traumas.
Fuente: “LNR”; “El poder de la resiliencia”; Eduardo Chaktoura.