La maternidad estimula la creatividad y desarrolla la capacidad de liderazgo; porque la mujer que es madre y trabaja en una empresa se vuelve más creativa y asume una actitud más madura que la habilita a competir para ocupar puestos de jerarquía.
Cuando una mujer busca empleo cree que tener hijos le resta valor a su curriculum, porque piensa que las empresas consideran que los hijos para la mujer son un obstáculo para su rendimiento laboral.
Sin embargo, toda mujer, en muchas formas, se enriquece teniendo hijos, no solamente como persona sino también a nivel social y en el ámbito del trabajo.
La maternidad desarrolla en la mujer su capacidad de generosidad, comprensión, paciencia y reflexión; la impulsa a asumir riesgos y a ser capaz de ejercer el liderazgo; resultando favorecido su desempeño profesional con nuevos talentos y aptitudes.
Este es un nuevo modelo de madre que beneficia tanto a los hijos como al trabajo de la mujer, porque puede cumplir sus propios objetivos, sentirse mejor con ella misma y aportar a la empresa donde trabaja una actitud de mayor madurez y compromiso.
La mujer moderna puede estar más dispuesta y atenta al estado emocional del hijo sin tener que pagar el costo de sacrificar su crecimiento y desarrollo personal.
Por otro lado, las empresas están acompañando este nuevo modelo de mujer que se realiza como madre, creando estructuras adecuadas para que los puestos de liderazgos sean ocupados por personas con sentido equitativo que además de comprender estas situaciones particulares, apoyen y ayuden a la mujer a superarlas para que puedan armonizar su hogar y su trabajo.
La mujer tiene la capacidad para hacer varias tareas al mismo tiempo, que se potencia con la maternidad y que las empresas necesitan en estos tiempos en que los cambios que se producen son tan rápidos.
La maternidad desarrolla la inteligencia de la mujer y le abre las posibilidades para superarse trascendiendo sus propios límites.
Una mujer que ha sido madre adquiere un mayor sentido de las prioridades, aprende a administrar mejor el tiempo y puede estar en condiciones de dirigir equipos con responsabilidad y sensibilidad. Se vuelve más organizada y ordenada y puede estimular a los que la rodean.
Las madres que trabajan se convierten en verdaderos modelos educativos, con valores prioritarios como la ética y la responsabilidad social, trasladan al trabajo su difícil misión como madres, toman decisiones con más sabiduría y están más dispuestas a colaborar.
La mujer que es madre y trabaja usa su intuición con más libertad y se atreve a ser más creativa, tiene mejor disposición, no practica la violencia, puede ser solidaria con otras madres que trabajan y relacionarse en forma personalizada, se adapta mejor a los cambios y a las nuevas ideas y tiene mejor comunicación.
Los padres también se benefician laboralmente con la paternidad; logran mayor empatía y tienen mayor conciencia de su responsabilidad como padres y como empleados. Cuando no tienen que hacerse cargo ellos solos de sostener a su familia porque su mujer trabaja, adoptan una actitud diferente y asumen más responsabilidades en el hogar, pueden atender a sus hijos a la par de la mujer y aprender a ser padres más comprometidos con la crianza.
Sin embargo, los medios de comunicación y la publicidad, continúan confinando a la mujer a un rol obsoleto sin considerar su derecho a la realización profesional y cargándola de culpa.
La mujer que trabaja tiene la oportunidad de transmitir a sus hijos el nuevo rol que tiene en la sociedad, que no desmerece su atención como madres sino que lo complementa.
Una mujer con hijos aprende a delegar tareas en personas responsables para poder así cumplir con todos sus ideales.
Fuente: “Madres y malabaristas”; Nora Rodriguez, Ed. Urano.