Etimológicamente, el término nostalgia significa volver al dolor, o sea que según esta definición, el dolor es el que produce el anhelo de regresar al pasado.

El médico suizo Johannes Hofer (1662-1752), utilizó este término para señalar una característica de los soldados que sufrían recuerdos obsesivos, ataques de llanto, miedos, taquicardias o insomnio. Por lo tanto, para Hofer, la nostalgia era una enfermedad.

Esta teoría fue cuestionada ya en ese entonces, por el médico Johann Jakob Scheuchzer (1672-1733) que atribuía a la nostalgia que sentían los soldados, a las diferencias en la presión atmosférica, al tener que trasladarse desde sus pueblos de montaña a los valles.

En el siglo XIX, se explicaba la nostalgia como una forma patológica de melancolía, mientras otros la interpretaban como una psicosis de inmigrantes, perturbación psicológica que produce tristeza y depresión intratable.

Todas estas antiguas teorías consideraban a la nostalgia una patología neurológica y esta opinión perduró inclusiva hasta los años 80 del siglo XX.

Sin embargo, hace más de treinta años que se está investigando científicamente el fenómeno de la nostalgia y actualmente hay razones para afirmar, que la nostalgia produce bienestar, aumenta la autoestima y mejora las relaciones interpersonales.

En 1979, el sociólogo Fred Davis, hizo la primer interpretación moderna de la nostalgia, asociándola con hechos positivos.

La nostalgia es el anhelo de personas, hechos, lugares o cosas del pasado, de situaciones vividas que nos hicieron felices. La diferencia entre la nostalgia y los recuerdos es la intensidad, que en la nostalgia es más acentuada y vívida.

Los sentimientos nostálgicos son frecuentes en la mayoría de la gente; y desde el punto de vista psicológico esta necesidad de regresar al pasado, tranquiliza el estado de ánimo y es motivo de bienestar.

Recién en 2006, investigadores de la Universidad de Sothampton, estudiaron seriamente los pensamientos nostálgicos en forma científica, bajo la dirección del psicólogo Tim Wildschut.

Analizaron los artículos de la revista Nostalgia, que reflejaba la vida cotidiana en Estados Unidos en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX; y realizaron pruebas con estudiantes sobre sus experiencias nostálgicas.

Estos estudios revelaron que la nostalgia, en primer lugar, era un recuerdo autobiográfico; en segundo lugar, en ese recuerdo predominaban las relaciones interpersonales y en tercer lugar se observó que los recuerdos de índole negativa se transformaban al final de la narración en algo positivo y rara vez ocurría lo contrario.

Por esta razón, el equipo del psicólogo Wildschut, calificó a la nostalgia como una emoción principalmente positiva, y la sensación agradable que producían esos recuerdos en los probandos confirmaba esta afirmación.

Las características de un recuerdo nostálgico es que es positivo, biográfico y relacionado con las relaciones personales.

Los estudios realizados confirmaron que las personas que sienten nostalgia de personas, lugares o cosas del pasado, pueden despejar su estado de ánimo y sentirse mejor que antes.

Los resultados de todos los estudios coincidieron en que la nostalgia hace bien; y lo más importante del estado de ánimo positivo que produce es la sensación de integración social.

La nostalgia del pasado fortalece el sentimiento de solidaridad social, independientemente del ámbito cultural, produciendo un efecto preventivo, porque atenúa el dolor de la soledad y protege de los pensamientos negativos que perturban el estado de ánimo.

Este efecto de la nostalgia podría aprovecharse para el tratamiento de la depresión.

Fuente: “Mente y Cerebro”, No,51/2011; Jochen Gebauer y Constantine Sedikides, Psicólogos Sociales, investigadores en la Universidad de Southampton.



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