
Cuando llegues, si, cataremos la malvasía que inútilmente envejece y aspiraremos el humo de alguna hierba.
Cuando llegues, sí; desbordará el calor por nuestra piel y quemar las naves, será nuestra revolución.
Y si a las vísperas, tú, te sientas a la mesa y hacemos fuego, será mi boca la liebre al mediodía, la jara pegajosa en tu cintura y al norte, pasando la serreta de tu pecho, la fiesta en el portal de tus labios.
Más lejos de ti, reina el desierto.
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