Flor dorada que entre espinas tienes trono misterioso, ¡cuánto sueño delicioso tú me inspiras a la vez! En ti veo yo la imagen de la hermosa que me hechiza, y mi afecto tiraniza, con halago y esquivez.
El espíritu oloroso con que llenas el ambiente, me penetra suavemente como el fuego del amor; y rendido a los encantos de amoroso devaneo, un instante apurar creo, de sus labios el dulzor.
Si te pone ella en su seno, que a las flores nunca esquiva, o te mezcla pensativa con el cándido azahar; tu fragancia llega al alma como bálsamo divino, y yo entonces me imagino ser dichoso con amar.
|