Mírate, mujer de ébano, eres una diosa nubia, una princesa kushita de Meroe, una faraona del antiguo Egipto.
Mírate, mujer de ébano, eres espiga de sorgo crecida bajo sol canicular, esculpida en bronce tu musculatura, tus tendones y cartílagos, toda tú construida de solar materia, astro que calienta todo el orbe tropical, pecho que amamanta la tierra, la hierba, la vida...
Mírate, mujer de ébano, eres la reina de África, y la de Saba también, y Dido y Hatshepsut y Cleopatra… Tu tinte dérmico es ancestro de la canela y el nácar de los suyos. Tu testa porta la tiara; y tu mano, el cetro que rige todo un continente.
Mírate, Ochum, amorosa dueña de las áureas pepitas que a la deriva navegan por fluvial curso, fértil orishá, Venus morena, toda tú África, toda tú mujer y diosa y madre y rica y pobre… Mírate, mujer de ébano, el orgullo de tu estirpe te asiste
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