Según la Organización Internacional del Trabajo 215 millones de niños trabajan en el mundo, de los cuales, catorce millones son de América latina.

La mayoría realiza labores agrícolas, el resto se desempeña en minería artesanal, quehaceres domésticos, comercio y otros trabajos informales en las ciudades.

Hay países en que los niños son utilizados para la prostitución y otros en los que, ni bien pueden sostener un rifle, se los recluta para participar en la violencia armada.

Estos niños tienen sus vidas truncas, porque no tienen oportunidad de ir a la escuela para recibir educación ni una formación para acceder a un trabajo digno una vez adultos. Además, se los ha privado del juego, actividad necesaria en la niñez para aprender a socializar y a desempeñarse en la vida.

La mayoría ha sufrido carencias de todo tipo, afectivas y alimenticias, por lo que presentan distintos problemas de aprendizaje y atraso madurativo.

Algunos gobiernos tienen programas de ayuda para favorecer la inserción de esos niños a la sociedad proporcionándoles la oportunidad de asistir a comedores escolares para que sus padres los manden a la escuela y no a trabajar y brindándoles además ayuda económica como resarcimiento, siempre que asistan a clase.

En el campo el problema es mayor, pero no se nota porque es más difícil verlos, en tanto que en las grandes ciudades los niños de corta edad suelen verse por las calles, vagando solos, pidiendo limosna; y a veces no vuelven a sus hogares de noche arriesgándose a sufrir accidentes o vejámenes.

En general estos niños pertenecen a familias disfuncionales, hogares con padres ausentes o en los que se viven situaciones de violencia, maltrato y privaciones.

Son niños que no van a la escuela y que acostumbran a deambular por los basurales buscando algún objeto de valor para vender, exponiéndose a contraer enfermedades.

Cada menor que trabaja revela la existencia de padres sin trabajo fijo, que se benefician con lo que gana el niño.

Estos niños están destinados a repetir las historias de sus padres, que por lo general tampoco han tenido la oportunidad de ir a la escuela.

Las familias que viven del trabajo golondrina, tienen que trasladarse a otras provincias con sus hijos, quienes trabajan como ellos.

Actualmente se está contemplando encontrar una solución a esa situación, mediante la implementación de jardines de cosecha, donde se puede dejar a los niños para su cuidado.

El tema de los niños que trabajan es de difícil solución, porque cada comunidad presenta una problemática diferente y por lo tanto necesita un abordaje distinto.

No obstante, lo común en todos ellos es la situación de carencia que sufren los padres que les impide garantizar los derechos de educación de sus hijos, de modo que cualquier recurso que se implemente tiene que contemplar la posibilidad de supervivencia de la familia para poder lograr la inserción de los hijos en la educación formal.

Se trata siempre de situaciones que suelen atravesar los sectores más vulnerables, y mientras éstos existan, también existirán niños en situación de riesgo.

Privar a los niños de su infancia es crear las condiciones para que cuando sean adultos sientan rencor y resentimiento hacia la sociedad que no les dio una oportunidad y que los obliga a ingresar a la clandestinidad y a vivir una vida marginal.



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