La psicoterapia transpersonal intenta promover el crecimiento humano y expandir la conciencia más allá de los límites de la percepción ordinaria, incluyendo las dimensiones transpersonales del ser; por medio tanto de técnicas terapéuticas tradicionales como de la meditación, la respiración y otros ejercicios derivados de la práctica de las disciplinas orientales.
Los objetivos son: lograr ser responsable de sí mismo; controlar las emociones, satisfacer de manera adecuada las necesidades físicas, emocionales, mentales, espirituales y de autorrealización personal, en función de las preferencias particulares.
El terapeuta transpersonal no cura al paciente sino que le brinda la posibilidad de conectarse con sus recursos internos para que el proceso natural de curación o de crecimiento actúe por sí mismo; y más allá de esto pueda alcanzar la autotrascendencia, en la que podrá vivenciar la realidad de la unidad que subyace en la existencia y la ilusión del ego separado de ella.
El terapeuta debe favorecer las condiciones para la exploración transpersonal y tendrá que estar dispuesto a afrontar los obstáculos que puedan surgir en este proceso.
El objetivo del terapeuta es que su cliente aprenda a afrontar los problemas que se le plantean en la vida y no solamente una situación en particular.
El contenido transpersonal incluye los ámbitos mítico, arquetípico y simbólico de la experiencia interior que puede percibirse mediante la imaginación y los sueños.
La meta de esta forma de terapia no es la experiencia transpersonal en sí misma, sino facilitar la desidentificación de los roles superficiales y de las imágenes distorsionadas del sí mismo.
Por esta razón es posible que movilice el sistema de creencias y que obligue a hacer una revalorización según el nuevo punto de vista.
La disposición de cuestionar todas las creencias y supuestos relacionados con la naturaleza esencial del hombre es fundamental.
Así como una terapia a nivel del ego ayuda a enfrentar los problemas de la vida y el modo de obtener lo que uno desea en el mundo; y la terapia a nivel existencial se ocupa de cuestiones como la autenticidad, el significado y el propósito de la vida; la terapia transpersonal, se enfoca en la posibilidad de trascendencia.
El proceso de pasar de una etapa a otra, desde el punto de vista transpersonal, se puede describir como sigue:
La primera etapa terapéutica es a nivel del ego, la cual se centra en la identificación, fortalecer el yo, elevar la autoestima y abandonar pautas negativas, para asumir la responsabilidad de ser quien uno es y afrontar las consecuencias.
La segunda etapa del proceso del despertar transpersonal es la desidentificación, porque identificarse con un objeto es servidumbre.
El sujeto comienza a desidentificarse de roles, posesiones, actividades y relaciones.
Esta es una etapa que puede vivenciarse como vacía de significado, que obliga a confrontarse con la realidad existencial de la soledad y de la muerte; y que puede conducir a la desesperación o a la resignación.
La resolución de este nivel es una especie de muerte del ego, o sea darse cuenta que uno no es nada, pero al mismo tiempo se pone en marcha el proceso de la liberación interior; que permite reconocer que el sí mismo transpersonal es el contexto y no el contenido de toda experiencia o vivencia.
En la etapa de la autotrascendencia, todo melodrama personal pierde importancia y uno comienza a vivenciarse no aislado sino como parte de algo mucho más amplio, inherentemente conectado y relacionado con todo.
Al alcanzar este nivel, los valores y el comportamiento tienden a cambiar, y los problemas del ego pueden ser trascendidos, porque se fundamentan en una identificación ilusoria, el miedo por ejemplo, se puede considerar un contenido u objeto de la conciencia y se puede enfrentar cuando uno no se identifica con él.
La persona se libera de las exigencias impuestas por otros, de los apegos, de medir su valor en función a sus logros, de examinar sus acciones para justificarlas o justificarse, del deseo de cambiar para agradar; logrando la paz interior, disminuir su ansiedad y perder el temor a la muerte y a la falta de sentido.
Fuente: “Más allá del ego”; Abraham Maslow y otros.