Judit era una viuda sin hijos, temerosa de Dios. Se enteró del asedio a la ciudad, y pidió que esa noche la dejaran salir de Betulia con su doncella, para hacer algo en favor de Israel.
Al amanecer, llegó con su doncella al campamento enemigo. Los que hacían la guardia la llevaron hasta Holofernes; y se presentó como desertora.
Días después Judit aceptó la invitación de Holofernes para cenar con él y con sus oficiales. Uno tras otro fueron abandonando la sala del convite, tambaleándose por la bebida. Holofernes se echó en su cama embrutecido por la borrachera y Judit, con la propia espada del general, le cortó la cabeza; la metió en una bolsa de cuero y con su doncella, simulando dar un paseo, se encaminó a Betulia.
Le abrieron las puertas. Al escuchar las palabras de Judit y ver la cabeza de Holofernes, desapareció el temor. A la mañana, después de colgar la cabeza en los muros, los habitantes de Betulia salieron con armas y trompetas. Cuando los oficiales asirios fueron a avisar a Holofernes de la amenaza de ataque, se lo encontraron decapitado. Con gran desconcierto los asirios huyeron precipitadamente.
Todo el pueblo felicitaba a Judit con estas palabras: ``Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú eres el honor de nuestra raza``.
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Quetal