El 20 de febrero, es el día internacional del gato. Sí, ya sé, hay días internacionales para todo. No es el día del gato desde hace mucho, llevamos apenas cuatro años celebrándolo. Por lo visto se eligió vía Internet coincidiendo con el día de la muerte en 2009 de Socks, el gato que la hija de Clinton recogió de la calle y llegó a ser ocupante de honor de la Casa Blanca. Y eso que los asesores de imagen políticos nunca recomiendan gatos, parece ser que se asocian con características poco interesantes para un líder mundial, ellos recomiendan siempre los perros. De hecho, a Obama prácticamente le obligaron a tener perro al llevar a la presidencia, él que tenía problemas de alergias en la familia.
Entre los perros famosos de la Casa Blanca destacan, además del perro de aguas portugués de Obama, Barney, el popularísimo Scottish Terrier de Bush Jr., Buddy, el labrador chocolate de Clinton, Millie, el springer spaniel de Bush senior o Lucky y Rex , el Bouvier des Flandres Rex y el King Charles Cavalier Spaniel de Reagan. Aquí tenéis toda la lista de perros presidenciales de purísima raza que han pasado por la Casa Blanca.
Ojalá algún día llegue un presidente que tenga un chucho de protectora. No estaría mal como ejemplo internacional. Tal vez si Hillary Clinton llega a la presidencia se anime, de hecho su familia ya rompió el fuego con un gato de la calle.
Pero volviendo a los gatos: yo tengo dos gatos y un perro. Hay veces que me han preguntado si yo soy de gatos o de perros. Pues de los dos, la verdad. No es obligado elegir o tener favoritos. Mis preferencias van más en función de los individuos que de la especie. Hay gatos y perros con una personalidad asombrosa con los que conectas inmediatamente y otros con los que las cosas no hay tanta magia o tanta compatibilidad. Como con la gente, exactamente igual.
Los gatos tienen en contra una fama inmerecida de ariscos, egoistas, interesados… tal vez por eso mismo no los recomiendan como animales de compañía presidenciales. Estoy harta de ver a gente que pensaba eso de ellos y que, una vez han podido compartir su vida con uno de estos animales, han cambiado de opinión completamente. Lo que hay que entender es que no son animales de manada (o de jauría si los comparamos con los perros), son pequeños depredadores independientes y mucho menos domesticados, lo que no significa que no haya muchos gatos auténticamente dependientes