
Noche estrellada
de Van Gogh
Declina el sol y su postrero rayo dora no más las cimas de los montes, y colora los anchos horizontes purísimo arrebol.
Cesan los trinos de canoras aves que levantaron a su nido el vuelo, lánguida inclina su cabeza al suelo doliente girasol.
El suave ruido de la clara fuente se une al acento de la brisa inquieta que al blanquísimo nardo y la violeta acaricia al pasar.
La ninfa del arroyo cristalino el leve soplo de las auras riza, y por la verde alfombra se desliza con blando murmurar.
Y se mecen las copas de los árboles con uniforme tenue movimiento, y entre sus hojas fugitivo viento exhala su gemir.
De las montañas las confusas sombras se extienden por el valle lentamente, y se queja la tórtola inocente mirando el sol morir.
Parece que a su muerte la natura entristecida con dolor se inclina; al brillo de la estrella vespertina la flor se marchitó.
Y reina luego en el inmenso valle un silencio dulcísimo, profundo; que ya la noche sobre el ancho mundo sus alas extendió. A/D.
¡ FELIZ DESCANSO !
Quetal
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