La
planta es irregular y los edificios que la forman, entre los cuales los
de mayor antigüedad son del siglo xv, tienen generalmente tres plantas,
con soportales en la parte baja y galerías corridas en los pisos altos
que sirven de palcos en los días de corrida. Pero no hay que esperar a
las fiestas para ver la plaza en todo su ambiente, un lugar lleno de
vida donde se pueden saborear las tapas con el vino de la tierra y el
pan de caprichosas formas que se hace en la villa.
En
las calles adyacentes a la plaza hay numerosas casonas con escudos y
inmensas bodegas con grandes tinajas en las que se sirven los exquisitos
asados castellanos. La iglesia de la Asunción, gótico-renacentista,
contiene un lienzo de Goya que representa a la Virgen. En su fachada,
que da a la calle, se representa todos los años, el domingo de
Resurrección, un Auto puesto en escena por la gente del pueblo. Al sur
de la villa se alza el castillo, en cuya construcción participó Juan de
Herrera, el arquitecto del Escorial.
La
plaza es un elemento imprescindible en los pueblos y también en las
ciudades de España. Es quizá una herencia del ágora griega. Es el centro
de la actividad económica, donde se celebran las ferias y los mercados.
Pero también el lugar en que se reúnen las gentes al caer la tarde. En
los días festivos se convierte en escenario de representaciones
teatrales o de conciertos.
La
villa de Zafra, en Badajoz, es el mejor ejemplo de ello. Tiene dos
plazas su unidas entre sí por un arco en el que hay una capillita
barroca con una imagen de la Virgen que allí llaman Esperancita. La
plaza grande y la plaza chica forman un sorprendente conjunto
seguramente único. La primera es un recinto porticado en el que se alzan
mansiones señoriales. La segunda es más popular, con edificaciones en
las que se combina el ladrillo con la cal, y bajo sus soportales aún se
ven talleres de artesanos, caldereros del cobre, plateros o cerebros.
Bajo el arco de unión de las dos plazas hay grabada en una columna una
vara de medir que los mercaderes utilizaban en sus operaciones. En un
muro de la plaza chica puede leerse algo que seguramente no se repetirá
mucho. «En el año 1720 bajó el pan a quarto ».