Un poco de historia
LOS PUEBLOS, LAS JOYAS DE ESPAÑA
(continuación)
Un campeón de ajedrez (4)
Arcos
debió de llamarse Arcénsis en época tartesica, Arca en tiempos romanos y
Arkox cuando llegaron los moros. Tuvo siempre encaramado en su peña, un
alto valor estratégico. Y quizá por esta razón los reyes se fijaron en
ella y los nobles construyeron palacios que aún pueden verse hoy: los de
los duques de Osuna, condes del Águila, duques de Arcos.
Dos
iglesias compiten entre sí. La de Santa María, gótica que fue antes
mudéjar y conserva maravillosos frescos en su ábside, y la de San Pedro,
gótica también con su precioso altar mayor. En tiempos, los fieles del
pueblo se dividieron en marianos y petristas, y es fama que los
partidarios del Príncipe de los Apóstoles rezaban el Ángelus diciendo
«San Pedro, Madre de Dios».
En
la Andalucía oriental, bajo las altas cumbres del Mulhacén y el Veleta,
la Alpujarra es un milagro de la naturaleza, olivos naranjos, palmeras
crecen entre las nieves de Sierra Nevada para llegar a ella se puede
tomar, en los meses de verano la carretera más alta de Europa; la que va
desde Granada, situada a 700 metros sobre el nivel del mar, asciende
hasta los 3300 metros y baja luego a los valles Alpujarreños. En la
cumbre se encuentra la estación de esquí más meridional de Europa.
(Continuará)
San Lorenzo del Escorial, Madrid
A
escaso medio centenar de kilómetros de Madrid, a 900 metros de altitud,
en la sierra de Guadarrama, pétreas encuentra San Lorenzo de el
Escorial. Desde la cercana “Silla de Felipe II”, podemos recordar al
monarca siguiendo expectante la construcción, bajo la dirección del
arquitecto Juan de Herrera, los muros que configurarían uno de los más
grandes cenobios de la cristiandad.
Nacidos
al amparo del monasterio, completan el conjunto monumental el Real
Coliseo, primer teatro cubierto de España, mandado construir por Carlos
III, y de la recoleta y Casita del Infante o de arriba, levantada por el
hijo de Carlos III, el infante Gabriel de Borbón,
Un
paseo por las calles y plazas de San Lorenzo de el Escorial, pétreas,
empinadas y arboladas, así como la degustación de una gastronomía
típicamente serrana, bien merecía alargar por unas horas nuestra
estancia en este pueblo de la Comunidad de Madrid.
Este
pueblo serrano nació como consecuencia de que en estos parajes, entre
1563 y 1584, Felipe II decidió levantar un monasterio con el que
conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín del 10 de agostó de
1557.
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