¿Hasta qué punto podemos confiar en nuestra memoria?
Así es, cuando algo ya ocurrió hace algún tiempo, nuestro cerebro “se encarga” de hacer una versión propia de los hechos. Esto significa que nos vamos olvidando de los detalles, especialmente cuando se trata de un recuerdo triste, traumático o que esperamos olvidar, tal como un robo, un accidente, un golpe, etc.
Situémonos en el contexto de juicio, los recuerdos de los testigos son fundamentales durante un proceso judicial, sin embargo, parece que no siempre se puede confiar al 100% en esta memoria. Los estudios científicos indican que el hecho de recordar es algo subjetivo en todos los casos. Además, la mente nos puede jugar una “mala pasada”, hacernos fallar fácilmente y que creamos los falsos recuerdos. Sobre todo, si se está bajo presión brindando testimonio en un tribunal.
La psicología forense es una rama dentro de la psicología que se encarga de analizar evidencias que atañen los procesos judiciales. Trabaja recopilando información desde lo psicológico y también emocional de los testigos de los hechos. Colabora en juicios e incluye evaluaciones y perfiles de los que dan sus testimonios frente a los jurados. Está siempre a disposición de los fiscales, abogados (defensores o no), jueces y demás profesionales dedicados a la justicia.
Todos estimamos que aquello que recordamos es “la pura verdad” y que cuando se trata de algún tipo de delito violento estamos más seguros aún de acordarnos de los detalles como el rostro del ladrón o la ropa que llevaba puesta quién nos chocó con el coche. Pero al parecer, la memoria nos puede hacer trampas, mayormente cuando pasaron meses o años del hecho y más aún cuando está bajo los efectos de la presión y los nervios, frecuentes al tener que declarar.
Los científicos entonces se están cuestionando si realmente la memoria es de ayuda en estos casos tan importantes como ser declarar a alguien culpable o inocente. La mente es susceptible al sesgo y se ve influenciada siempre por los falsos recuerdos, lo que cree que pasó en realidad. Esto no es de ayuda para un tribunal, todo lo contrario. Es por ello que cada vez son menos los jueces que aceptan los testimonios de los testigos sin pruebas adicionales que acrediten sus palabras.
Muchos de ellos han indicado que su memoria “falló”, tuvieron confusiones en relación a sus recuerdos y hasta se implicaron personas que no tenían que ver con los delitos. Cientos de casos de condenas injustas son por causa (o por culpa) de sólo prestar atención a lo que indica un testigo de un hecho ocurrido hace cinco, diez o quince años atrás, según indica la profesora de Derecho de la Universidad de California, Elizabeth Loftus.
Ella también informa que es muy fácil convencer a alguien para que recuerde algo que nunca sucedió. Realizó un experimento donde se le pidió a los alumnos que ayudaran a convencer a sus hermanos menores de que cuando eran pequeños se habían perdido en el centro comercial. Más adelante, se les preguntó a los “convencidos” sobre este hecho y la cuarta parte de ellos relató el incidente como si realmente hubiera pasado, según los datos que le habían aportado sus hermanos mayores.
Por otra parte, un informe realizado por la Sociedad Británica de Psicología tiene como objetivo ofrecer las directrices correctas para ayudar en los tribunales y evaluar la fiabilidad de los recuerdos que tienen los testigos.
Además, el profesor de la Universidad de Leeds, Martin Conway, expresa en su informe que los científicos consideran la memoria con suspicacia, es decir, que no se aceptan testimonios sin pruebas adicionales. Hay una tendencia entre los que están involucrados en el sistema judicial y penal a influenciar en los testigos, sea o no con intención. Por ejemplo, con preguntas capciosas o fortaleciendo ciertos recuerdos en vez de otros.
En las escuelas de entrenamiento policial están enseñando las técnicas adecuadas para poder interrogar a los testigos o apresados. Partiendo de la premisa de que la memoria es capaz de rellenar esos espacios en blanco que no recuerda y que vive como propios los episodios que nunca sucedieron, evitan inducir a las personas a decir ciertas declaraciones.
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