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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: IKH@NN@  (Mensaje original) Enviado: 14/06/2015 20:30

¿Cómo usar la psicología inversa?

 

Seguro que has usado alguna vez la psicología inversa, aunque no te hayas dado cuenta o hayas sido consciente del poder que tiene. Básicamente se trata de adoptar una postura para que el otro adopte la contraria.

Unos expertos en llevar la contraria suelen ser los adolescentes. En pleno proceso del establecimiento de su identidad, si algo detestan es que alguien trate de dirigirles o condicionarles. Así, en pos de evitar esta sensación, optan a menudo por no hacer lo que les sugieren aunque en el fondo sepan que es la mejor opción. 

Sin embargo, esto no solamente es cosa de adolescentes. Aunque con menor intensidad y frecuencia, suelen quedar vestigios de esta inclinación -la de llevar la contraria- en la vida adulta.

Contraria

¿Cómo ponemos en marcha la psicología inversa?

 

Imaginemos que un niño de 5 años se niega a comer verduras. Tú insistes en obligarle a que termine todo lo que está en el plato, pero parece que no hay manera: no va a comerse las zanahorias o calabacines. Si le sigues diciendo que coma, todo terminará mal. Tú bajarás los brazos y él se irá feliz a jugar.

¿Por qué mejor no aprovechas la psicología inversa?

La cosa no es tan sencilla como decirle al niño que no los coma. Se va marchar corriendo y no vamos a quedar nosotros con las verduras. Antes tenemos que hacer un trabajo previo, tenemos que darle a las verduras una forma atractiva: que no parezcan un plato soso y aburrido, sino todo lo contrario. 

Después es cuando podemos poner en marcha la psicología inversa para aumentar aún más el atractivo del plato. Lo cierto es que si algo despierta nuestra curiosidad esta aumenta aún más si resulta prohibido. Esto en la infancia es especialmente cierto porque los padres a menudo prohíben cosas a sus hijos que en algún momento han experimentado como divertidas.

Con lo divertido que es saltar en un charco y nosotros se lo prohibimos…

Charco

Cuando vamos sumando años, a la asociación que hemos adquirido en la infancia le añadimos, como hemos descrito antes, la necesidad de independencia. 

Otros motivo para llevar la contraria puede tener que ver con al seguridad que sintamos en una situación determinada. Si nos sentimos inseguros y alguien nos incita a correr un riesgo, probablemente optemos por el comportamiento más común o menos divergente con el de la mayoría.

Por el contrario, acompañados de un sentimiento de seguridad nos inclinaremos por la opción arriesgada con más determinación si alguien intenta incitarnos para que optemos por la segura.

Así, llevar la contraria en estos casos no suele determinar el lado hacia el que se inclina la balanza, pero sí hace que esta se incline definitivamente o que lo haga con más fuerza, hacia un lado u otro.

 

La psicología inversa en los adultos

 

Quizás el ejemplo del niño que no quería comer verduras sea algo básico y lo entendamos porque “se trata de un pequeño al que se puede manejar más fácil”. Sin embargo, has de saber que la psicología inversa se emplea mucho en las empresas.

Por ejemplo: una compañía ofrece cursos de formación optativos para sus empleados. Pero como son después del horario laboral, nadie se apunta. Entonces, los directivos informan que a partir del próximo mes, se recortarán a la mitad las horas de los cursos y que esos recursos se perderán.

Con este movimiento estratégico, la empresa no quiere en realidad quitar los cursos sino que el trabajador se dé cuenta de que cuanta con algo que tiene valor y que si el no lo utiliza se dedicará a otra cosa que nada tiene que ver con él…y a nadie le gusta perder algo que tiene valor objetivo aunque esa persona hasta ese momento no se lo haya dado.

Si la empresa consigue que el trabajador perciba esto empezará a acudir a los cursos, aunque sea simplemente para que no se los quiten.

 

¿Cómo aplicar la psicología inversa?

 

Ahora bien, no se trata de andar por la vida “negando cosas” para que el otro las haga como nosotros queremos. Existen algunas “condiciones” (por llamarlas de algún modo) para que el hábito de manipular no se haga costumbre:

1- ¿A quién la aplicarás y por qué? Responde a esta pregunta antes de usar la técnica de la psicología inversa. Si es para que tu hijo se vista para ir a la escuela o deje de mirar tanta televisión, bienvenida sea, pero si quieres convencer a tus clientes de comprar un nuevo producto, puede que lo tengas que pensar mejor.

2- ¿Cuáles son los efectos que puedes conseguir? Si niegas a tu hijo que haga los deberes y los termina haciendo, perfecto. Sin embargo, a veces no te saldrá bien la jugada y él te responderá, lo más feliz del mundo, “perfecto, puedo entonces encender los videojuegos”.

3- ¿Cómo de libre desea sentirse esa persona? Cuanta mayor sea su necesidad de auto-afirmación (necesidad de sentir que toma las decisiones que toma por su propia voluntad), con mayor probabilidad va a seguir un camino distinto al que le indiquemos. Por ejemplo, una persona a la que no le gusta nada recibir órdenes será una buena candidata para que la psicología inversa funcione con ella.

 

lamenteesmaravillosa.com



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