Hoy vamos a contar la fábula del surfista. Aunque a muchos pueda parecer un cuento, lo cierto es que es una lección de vida. Más allá del hecho de hablar sobre un deportista que se arriesga al subirse en una tabla para volar por encima de las olas, hay un valioso aprendizaje guardado en su interior.
Una vez haya terminado la fábula del surfista, veréis que, en realidad, la historia habla de la vida, de cómo afrontar los problemas, de la virtud de ser paciente y de la capacidad para detectar cuándo es el momento de actuar y cuándo hay que saber esperar para lanzarse a la acción.
La fábula del surfista: llegada al mar
Un surfista estaba loco por las olas. Le encantaba la sensación de libertad que éstas le proporcionaban siempre que se sentía sobre aquellas increíbles, violentas y absorbentes manifestaciones de la naturaleza en los mares bravíos.
Sin embargo, el surfista sabía perfectamente que no todo era tan sencillo como lanzarse a la mar de forma descabezada y sin control. Él era consciente de que debía usar el cerebro para elegir la ola correcta, de lo contrario, podría acabar en un hospital, o incluso con su vida.
Además, el surfista se dejaba llevar por su instinto y corazón. Cada vez que se acercaba una ola, sabía de forma natural si era a la que debía subir o no. Tal era su experiencia, convicción y confianza en si mismo, que tenía en todo momento claro si era o no su momento.
Así que, ni corto ni perezoso, el surfista se fue a la mar. Era un día bravío, y las olas arreciaban con violencia contra la playa. Sabía que era el momento, pues no todos los días se encuentran buenas oportunidades para cabalgar a lomos de la violenta y libertadora marea.
La fábula del surfista: esperando la ola
Una vez hubo llegado a la playa, el surfista no esperó mucho para adentrarse en el mar. Estaba ansioso por subir a la gran ola que le diese libertad y felicidad. Solo cuando subía a lo más alto cuando se sentía verdaderamente él.
Sin embargo, por más que el mar estaba embravecido y las olas arreciaban constantemente, él no encontraba el momento de subir a lomos de ninguna. Pasaban constantemente frente a él, pero sabía que no eran las suyas. No había llegado la ocasión de lanzarse a la aventura, así que esperó.
La fábula del surfista: llegó la gran ola
Pero el surfista supo esperar. Miraba el panorama. Observaba a otros que, como él, subían a las olas. Algunos disfrutaban y llegaban ilesos a la costa. Otros probaban una y otra vez y se caían constantemente. Además, el paisaje era bonito y enternecedor. Gozaba con aquella sensación del que espera, porque sabe que el momento está próximo.
Y así fue como llegó la gran ola. La vio venir desde lejos. Él sabía que era su momento. Por fin se acercaba la ocasión de subir a lomos de la mar embravecida para ver el panorama desde lo más alto, disfrutando, sintiendo la felicidad y el gozo de estar donde deseas. Instantes de auténtica grandeza.
El surfista, se preparó, y cabalgó la gran ola como nunca antes había sido capaz. Subió a lomos de su agresiva compañera durante un pequeño trayecto del viaje. La domó, la dominó y se dejó llevar.
Disfrutó de cada instante en el que ambos caminaron juntos durante aquella maravillosa jornada, para finalmente acabar en la orilla de la playa con una sonrisa de alegría y felicidad en el rostro.
“Quien quiere acertar, aguarda.”Compartir
La fábula del surfista: Conclusión
Aquel surfista era feliz con su deporte preferido. Había cabalgado la ola con gran gozo. Y ahora, se disponía a entrar en el mar a esperar la siguiente. Volvería a comenzar, aguardando que llegase el momento, pero con una nueva experiencia en su mochila emocional. Cada vez más sabio, paciente y conocedor del mundo que le rodeaba.
“Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.”Compartir
¿Te has fijado que la fábula del surfista se asemeja mucho a nuestra propia existencia? Quien tiene las herramientas necesarias para saber esperar y aprovechar las oportunidades, será feliz y disfrutará de las grandes bondades que nos brinda la vida.
Nada ocurre antes por ser impaciente. Nuestra es la sabiduría de escoger los momentos, los amigos, los amantes… solo hay que saber esperar, y coger la ola correcta.
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