En general, la paciencia no es el punto fuerte de los padres de hoy en día. Tal vez, la paciencia no sea algo especialmente extendido. El estrés al que estamos sometidos, la competitividad del entorno, las prisas, las altas expectativas que ponen en nosotros y que nosotros ponemos en nuestros hijos y la incertidumbre sobre lo que pasará en el futuro nos crispa.
Si a eso le sumamos que los niños son, por definición, exasperantes, nos encontramos ante una situación difícil de dominar -aunque no imposible-. Los niños pueden volverte loco, pero está en su naturaleza actuar así. Pero dejarse llevar y perder el control es cosa de los padres.
Mantener el control es la clave para ser padres más pacientes. El control -o, más bien, el autocontrol– ayuda a marcar límites y manejar las circunstancias, a entenderlas y tomar decisiones más inteligentes.
Es difícil, para qué nos vamos a engañar. Los hijos desafían con más intensidad a sus padres cuando estos intentan hacer acopio de paciencia, en un lucha por ver quién puede más. Y si pierdes el control, pierdes la partida. En tu mano está conseguir mantener tu posición en el tablero.
1 – Tómate un descanso
Cuando estás cansado necesitas tiempo para recargar las pilas. En esa situación no estás en situación de tomar decisiones saludables, inteligentes y racionales. Cualquier emoción fuerte bloqueará tu pensamiento emocional.
Por lo tanto, no tomes decisiones cuando estés cansado y no te dejes llevar. Tus hijos deben saber que estás cansado y que necesitas un momento para ti. Tampoco intentes hacer de padre o de madre en esos momentos. No revises tareas escolares ni intentes controlar nada. Espera a estar más descansado.
2 – Cuenta hasta diez y vuelve a empezar
Si la situación se te va de las manos con tus hijos y pierdes los nervios, cuenta hasta diez y respira hondo. Tienes que “resetear” tu mente. Así no puedes seguir. También puedes pedirle a tu hijo un “tiempo muerto” en el que cada uno se vaya a una parte antes de seguir. Necesitas calmarte.
Respira hondo y exhala despacio, conscientemente. Hazlo varias veces, contando hasta diez. Esta respiración te ayudará a calmarte. Probablemente, de forma natural suspires debido a la exhalación prolongada, y esto es una forma natural de ayudarnos a eliminar el estrés.
3 – Sé paciente contigo mismo
A veces los padres nos exigimos demasiado y queremos ser los padres perfectos. Eso nos presiona y, cuando vemos que fallamos, nos exasperamos aún más. Nos enfadamos con nosotros mismo por no ser como nos gustaría o por no saber llevar la situación.
Pero eres humano. Si reconoces tus limitaciones encontrarás también la forma de superarlas. Y eso mismo lo aplicarás a la relación con tus hijos. Sé más paciente contigo mismo para ser más paciente con ellos.
4 – No te comportes como un niño
Los niños no tienen la capacidad de razonamiento y autocontrol que tenemos los adultos. Y lo sabes. Actuar como un niño no te pone más cerca de su forma de entender las cosas ni te ayuda a hacerte entender.
Asume tu papel de adulto, tu papel de padre, redefine tu concepto de disciplina. Los niños son irracionales, pero tú debes actuar de otra manera. Y, si no puedes, debes aprender a hacerlo.
5 – Ensaya tu comportamiento paciente
Muchos padres están acostumbrados a perder los nervios porque no saben hablar de otra manera. Por lo tanto, debes practicar. Imagina momentos, ponte en situación, analiza momentos pasados y piensa cómo podrías haber hecho las cosas de otra manera.
Piensa en lo que desencadena tu pérdida de control y no contemples la pérdida de paciencia como una opción. En su lugar, imagina cómo avanzaría la situación manteniendo el control y la calma, en cómo te puedes sentir. Tienes que entrenar tu cerebro para que desencadene las reacciones que te interesan.
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