Santa Gertrudis procede, pues, de una familia tan renombrada que ocupaba el castillo de Nivelles. Desde su adolescencia, testimonia una disposición de espíritu profundamente religioso que le hacía rechazar a los pretendientes que le eran presentados. A la muerte de su padre, su madre, santa Itta, bajo el consejo de san Amand, transforma el castillo familiar en un monasterio mixto, donde ella llega a ser la primera abadesa.
La aristocracia austrasiática se opone a la fundación, para evitar que los dominios importantes caigan en el control de la Iglesia, o para evitar que aumentara el prestigio de la familia de los Pipinos por esta fundación. Para evitar que Gertrudis sea raptada y casada a la fuerza, Itta corta la cabellera de su hija, a fin de mostrar a todos la determinación de su hija de renunciar al matrimonio y de entrar en religión.
Poco después de la fundación del monasterio, Itta cede su lugar a su hija, quien se convierte en abadesa. Gertrudis se envuelve más en la vida religiosa. Se hace amiga de los santos irlandeses San Feuillien y San Ultan. Animada por una insaciable sed de conocimiento, busca un saber profundo de las Santas Escrituras, siéndole el santo monje Feuillien gran ayuda. Es de Gertrudis que San Feuillien recibe el terreno de Fosses, donde se establece.
Los numerosos ayunos que practicó la debilitaron físicamente, aun cuando a la edad de 30 años deja la dirección de la abadía a su sobrina Santa Vulfetrude. Muere tres años después, el 17 de marzo de 659.
Culto a Santa Gertrudis
Hacia 670, una religiosa de Nivelles escribe una Vita Garitrudis abbatissae Nivialencis. Del año 691 datan las Virtutes sanctae Geretrudis contando los milagros que se producen alrededor de su tumba, principalmente de curaciones, pero también la resurrección de un niño pequeño ahogado y el fin de un incendio que se dio en el monasterio.
Sus restos fueron inhumados en la iglesia abacial de San Pedro, la cual fue renombrada como iglesia de Santa Gertrudis en el siglo X. El culto de Santa Gertrudis se extendió desde Nivelles por toda Europa. Es patrona de viajeros, varias iglesias, capillas, gatos y hospitales.
En el siglo XV es invocada contra las invasiones de ratones en los Países Bajos, Alsacia y Cataluña.
El número de venerables, beatos y santos de la Iglesia Católica asciende a 7275, según uno de los catálogos más prestigiosos. Según otro, son 7500. No hay registros totalmente fiables. En la Alta Edad Media, los santos eran asuntos propios de los Obispos, hasta que Roma descubrió la oportunidad en términos de poder y recursos, y exigió para sí la prerrogativa del viaje a los altares. Por eso hay mucha canonización discutida, de los tiempos en los que era cuestión diocesana. El caso es que hay casi un santo para cada cosa imaginable, unos pocos cientos arriba o abajo. Mi favorito es, claro, San Francisco, el santo ecologista y poeta, inventor de los Belenes. Luego tengo en mis advocaciones preferidas a Santa Gertrudis de Nivelles (605-629), que es la santa patrona de todos los gatos del mundo, y que, coherentemente, intercede en los casos de mucho miedo a las ratas, ratones y otros roedores. Santa Gertrudis y los otros siete mil y pico santos son muchos santos, la verdad. Pero se puede simplificar. Hay un grupo muy nutrido de bienaventurados que tiene una característica clara: son religiosos o fundadores de órdenes religiosas, como la misma Gertrudis o el Pater Communitatis (aunque San Francisco fue todavía uno de los últimos santos por aclamación popular). ¿Por qué? Pues porque convertirse en Santo es carísimo. Hay que contratar a un abogado canónico cuyos honorarios son muy gravosos, hay que financiar viajes a Roma, hay que gestionar la asistencia de los testigos, la documentación de todo tipo, los gastos de la celebración…Solo una pujante orden religiosa dispone del dinero y los recursos organizativos para sobrellevar el usualmente largo proceso de beatificación o canonización. Hacerse santo es en verdad muy costoso. Así que si bien no está claro que las reglas del Cielo rijan en la Tierra, sí parece evidente que las reglas de la Tierra también son vigentes allá arriba…Ah, no somos nada. Y además tenemos miedo a los ratones. Que Santa Gertrudis nos proteja.
Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas ánimas del purgatorio por todos los pecadores del mundo.
Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. amen.
Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis la Grande, que esta oración puede librar 1000 almas del purgatorio cada vez que se rece.
La observancia de los mandamientos.
Orad por los servidores de María.
Se le recuerda cada 17 de marzo y se le representa con una cruz abacial y/o con una corona de princesa, o como una religiosa.