FEDERICO BELTRÁN MASSÉS
El rico lenguaje del abanico, jugó un importante papel en la relaciones humanas y más concretamente en el flirteo entre las mujeres y los hombres, donde éstas expresaban sus deseos, por medio de este precioso complemento.
El abanico han utilizado mujeres y hombres desde tiempos remotos. Es muy posible que como instrumento fabricado para que de forma manual pudiese mover el aire ya fuera utilizado en la prehistoria (donde se utilizaría un trozo de cartón o cualquier otro material para abanicar el fuego). Después, ya aparecerá de forma sofisticada en el Antiguo Egipto, donde los esclavos movían grandes abanicos de plumas (flabelos) para proporcionar aire a su faraón.
Más tarde, en China se va a usar como elemento personal y decorativo que además de refrescar servía de complicidad amorosa. En el siglo VII d. C. se inventa en Japón el abanico plegable, al que se considerará un elemento ritual.
Años después pasó a Europa, proveniente de Portugal adonde llegaron los primeros abanicos orientales a finales del siglo XV, arraigando su uso al igual que en España, donde pasó a formar parte de su cultura e indumentaria.
El abanico, cuando llegó a Europa, pasó pronto a convertirse en un atributo femenino y un instrumento galante propio de un elevado rango social. Así, se empezó a añadir en los retratos pictóricos a los tradicionales pañuelos o misales con que se ocuparon las manos de las retratadas. Hay múltiples muestra de estas representaciones de damas con abanico en la pintura universal de todas las épocas.
En España los primeros abanicos ya aparecen en las manos de la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, o en La dama del abanico,pintada también por Velásquez, en el siglo XVII. Posteriormente Goya también lo inmortalizaría en obras como El quitasol, realizada en 1777, en el que la joven representada porta en su mano derecha un abanico, mientras un galante majo le sostiene la sombrilla protegiéndola del sol. Los retratos de las damas del romanticismo se representan muy a menudo con abanico entre sus manos. En la pintura posterior el abanico se seguirá incluyendo en muchos cuadros con tema femenino. Pero también aparece en cuadros de Zuloaga, Sorolla, Sánchez Coello o Federico de Madrazo, entre otros.
Antes del siglo XX, pintores famosos que habitualmente participaron en la decoración de los abanicos se resistían a firmar sus obras y sólo lo hacían cuando eran regalos para damas de alcurnia, ofrecidos por el propio pintor. A partir del siglo XX, es normal que se firme cuando se ha pintado a mano.
|