La madurez es una etapa de transición en la que nos encontramos alcanzando la plenitud vital, pero sin haber llegado a la vejez. Las responsabilidades ya no son tan pronunciadas como antes, ya que los hijos -para algunos- ya tienen una edad y podemos disfrutar más de un cierto equilibrio entre nuestra vida y nuestro trabajo. Un equilibrio que puede ser roto por un acontecimiento trascendental, como puede ser el divorcio.
Pero, ¿en qué franja de edad nos encontramos cuando hablamos de madurez? Nos referimos a las edades comprendidas entre los 45 años y los 65, como muchos teóricos señalan. Una etapa donde ya se ha vivido mucho, pero en la que nos queda probablemente otro tanto.
Cuando dos personas dejan de reírse juntos, es momento de coger caminos separados.Compartir
La crisis del divorcio
Cuando nos adentramos en los 40, somos más susceptibles a caer en determinadas “crisis”, como la denominada “crisis de los 40“. Además, los estudios nos dicen que si en los 40 tenemos que afrontar un divorcio que no hemos decidido nosotros, la crisis tiene más probabilidades de producirse.
Uno podría pensar que los divorcios en esta franja de edad son escasos. Tenemos más tiempo para compartir con nuestra pareja, gozamos de una vida más relajada… ¿Qué es lo que falla entonces? ¿Por qué ese disfrute no es bien acogido y empiezan a surgir discusiones y problemas que antes no nos afectaban tanto?
Esto es debido a lo sumergidos que hemos estado en nuestras responsabilidades con respecto a nuestro trabajo o nuestros hijos. Hemos dejado de lado a nuestra pareja, hemos priorizado otras cosas y ahora esto se viene abajo porque no hay ninguna columna que sustente la relación.
De repente, nos encontramos al lado de una persona extraña. Ha pasado mucho tiempo y es ahora cuando somos conscientes de lo mucho que ha cambiado nuestra relación. ¿Lo peor? Dar vuelta atrás es ahora un imposible.
La rutina es la primera causa de divorcio en cualquier relaciónCompartir
Mi pareja quiere divorciarse, ¿qué puedo hacer?
Lo primero que nos debemos preguntar son los motivos por los que nuestra pareja puede querer divorciarse. ¿Ha habido alguna infidelidad de por medio? ¿Hemos dejado algún problema del pasado sin resolver? Es importante que reflexionemos sobre todo aquello que no hemos solventado porque puede que aún estemos a tiempo de evitar el divorcio, si es lo que en realidad queremos.
En el caso de que la relación esté tan minada que no tengamos otra alternativa que el divorcio, debemos aprender a llevarlo de la mejor manera. Rebelarnos contra esta situación o intentar que nuestra pareja desista, no nos hará ningún bien, así que el primer paso será aceptar esta nueva etapa de nuestra vida que no tiene porqué ser del todo negativa.
Ambos debemos esforzaros por llevar el divorcio de la manera más amistosa posible y, para eso, debemos hablar. ¿Qué ha pasado? ¿En qué nos hemos equivocado? Estas preguntas nos permitirán aprender de los errores y aciertos que hubo en nuestra relación. Fuimos compañeros de vida durante mucho tiempo, este no es el mejor momento para recriminaciones, sino para hablar.
Afrontar el divorcio con madurez, nos permitirá aprender. Ambos hemos cometido errores y ambos podemos aprender de ellos. ¿Qué hago si me sigue resultando difícil? Entonces, debemos tener en cuenta algunos consejos que nos podrían ayudar:
- El objetivo es pasar por el divorcio de la forma más pacífica posible.
- Es necesario que trabajes en la autorregulación de las emociones.
- Rodéate de personas de confianza que te brinden apoyo emocional.
- Si te cuesta mucho mantener la calma y la situación se te hace imposible de sobrellevar, buscar ayuda profesional será tu mejor opción.
- Empieza a realizar actividades, como puede ser un deporte, que rompa la rutina y te resulte placentera. Esto ayudará a tu autoestima.
“El divorcio es un camino hacia la felicidad”Compartir
Todos estos consejos nos permitirán pasar por el divorcio de una forma mucho menos agresiva, aunque esto no significa que vaya a ser fácil. Es una experiencia más, algo que nos permitirá conocernos mejor a nosotros mismos y seguir creciendo como personas. Afrontemos el divorcio en la madurez de la manera más madura posible. Puede ser una maravillosa oportunidad de abrirnos camino a un nuevo mundo lleno de experiencias nuevas.
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